Hipólito Medrano, en su despacho con una de las botellas de su vino Nacra, que elabora con la uva que cultiva en Inca. | Redacción Part Forana

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Hipólito Medrano (La Rioja 1950) ha dedicado su vida laboral a la investigación en Fisiología Vegetal. Catedrático en la UIB, fue clave junto a su equipo en la recuperación de la variedad de uva malvasía que se cultivaba desde tiempos inmemoriales en los bancales de Banyalbufar. El proceso duró diez años y culminó con la primera certificación mundial de esta variedad como libre de virus. En el año 2015, en plena cuenta atrás hacia su jubilación, decidió sembrar su propia viña en una propiedad familiar, al pie del Puig de Santa Magdalena en la finca de Can Corró (Inca).

Este 2019 Hipólito Medrano elaboró su segunda añada de un vino al que poéticamente ha dado el nombre de Nacra «como la malvasía en su momento, también en riesgo de extinción», dice.

La finca en la que cultiva la viña es propiedad de su esposa Magdalena Llabrés. Tiene tres cuarteradas. «Empecé a pensar que me llega la hora de jubilarme y como soy muy inquieto y no sé estar sin hacer nada, con la ayuda de un ingeniero con el que nos entendimos muy bien pusimos en marcha la explotación», dice Medrano. Preparó la tierra en 2015 e hizo la primera plantación en 2016. «En 2018 ya tuvimos un poco de uva y en 2019 la primera cosecha, de unas 3.000 botellas», recuerda.

Hipólito Medrano explica que «para nosotros es como una aventura familiar». «Con Magdalena (su esposa) y con los amigos buscábamos un nombre y decidimos darle el nombre de nacra, una especie de mejilllón gigante que antes era muy abundante y ahora está en extinción. A la malvasía de Banyalbufar la salvamos de esa extinción», dice.

En 2019 bebieron el primer vino y este año, han producido «más o menos la misma cantidad porque la cosecha ha sido más baja». El vino se comercializa en restaurantes, principalmente del Nord de Mallorca, aunque Medrano explica que también llega a algún restaurante de Rioja. El resto se lo reparten entre familiares y amigos.

En la finca de Santa Magdalena cultivan una parte de malvasía, giró (una variedad también muy olvidada) y una cantidad más pequeña (entre 200 y 300 cepas) de algamita. «Son tres variedades mallorquinas minoritarias rescatadas del olvido», explica el investigador. Como no podía ser de otra forma la finca también cuenta con una pequeña reserva experimental en la que Hipólito Medrano estudia, en colaboración con Agricultura, el efecto del portainjerto en la variedad. Tienes cuatro portainjertos y cuatro variedades que va cruzando».

«La recuperación de la malvasía de Banyalbufar es, como investigador, de lo más bonito que me ha pasado en la vida», dice Hipólito Medrano. Recuerda que fue un proceso largo (del 2002 al 2010) y que comenzó con el cultivo in vitro de meristenos en laboratorio, que él ya había hecho en su tesis.