Tomeu Bennàssar en su finca de Montuïri. | Gori Vicens

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La venta de lechonas y el engorde de cerdos para matanzas ha caído en picado durante las ocho semanas de confinamiento. Ahora, con la desescalada en la fase 2 que permite reuniones de amigos o de familiares, y que la restauración pueda empezar a trabajar se espera un repunte en el consumo de este tradicional producto culinario.

Tomeu Bennàssar, de Montuïri, compagina su trabajo regentando el bar del campo de deportes de la localidad con la agricultura, mayoritariamente dedicado al engorde de cerdos –principalmente porc negre-, la cría de lechonas y también corderos.

Tomeu, en su finca, tiene una docena de truges para cría de lechonas, además de cerca de 80 cerdos de engorde. Mientras las lechonas son para servir a sus clientes del bar, otras, las vende por encargo, principalmente para encuentros de amigos o familiares. En cuanto a los cerdos, los engorda para matanza.

Con el parón social por el confinamiento, explica Tomeu, «además de cerrar el bar, la gente no se ha podido reunir para comer en grupo ni tampoco para hacer matanzas, hecho que me ha provocado muchas pérdidas al tener que seguir alimentando y cuidando tanto a las lechonas como a los cerdos de engorde que ya estaban en su punto para ser comercializados».

Aunque los cerdos pastan por el campo, llevan trabajo y gasto, tanto de control como de alimentación y cuidado. Por ello, tener que seguir alimentando diariamente a los animales «han sido todo pérdidas». Gran parte de la comida que les da (cebada, trigo, favor) lo cultiva en su propia finca.

Para evitar que las pérdidas fueran todavía más elevadas, Tomeu Bennàssar, como muchos otros agricultores y ganaderos, estas semanas ha optado por la venta directa y a domicilio. Así, por lo menos ha podido ‘salvar’ la temporada y dar salida a las lechonas y también a los corderos, vendiéndolas troceadas, por cuartos o a gusto del cliente.

Ahora, con el permiso para reuniones de hasta 15 personas, tanto en el local que regenta como en comidas particulares, espera un repunte de ventas, aunque el verano suele ser una época en que el consumo de éste producto suele bajar -es más bien comida de invierno-, y más teniendo en cuenta que en Semana Santa es la época de auge de venta.

Para los cerdos de engorde, Tomeu Bennàssar, todavía tiene la esperanza de poder vender alguno para matanzas, aunque el calor ya empieza a ser un contrario; si no, tendrá que seguir alimentándolos hasta septiembre, cuando empieza la nueva temporada.