Joan Vidal, socio de Agroilla, poco antes del confinamiento –en febrero y a inicios de marzo- sembró en este terreno unas ocho quarterades de cebolla mallorquina, con la previsión que ahora, en verano, la comercializaría en gran parte a sus clientes del sector de la hotelería y restauración. Pero el parón por la crisis sanitaria le ha afectado de lleno y le hecho cambiar de planes.
Por ello –y aunque muchos ya lo hacen– «animo a la gente de aquí que consuma este producto local. Que al ir a comprar, en lugar de elegir una cebolla llegada de fuera se decante por esta mallorquina, hecha aquí, sin coste de transporte y sin haber estado en una cámara frigorífica», explica.
Vidal destaca que la cebolla mallorquina una vez extraída de la tierra, en caja, aguanta tan sólo dos semanas. «Esto que parece un inconveniente pero para el consumidor es una gran ventaja; una seguridad que el producto no ha estado en cámara o congelado», añade el agricultor.
Esta cebolla, explica, «es para consumir ahora, en verano. Es fresca, crujiente, con dulzor, ideal para la ensalada o para el típico trempó».
El cultivo de la cebolla es complejo y prácticamente todo el proceso se hace a mano. «Es un producto bianual –explica Joan Vidal–, para obtener la semilla para el plantel se siembra el bulbo, que produce gajos, unas trompas y unas flores que son las semillas que se utilizaran para el plantel. Éste se hace a finales de septiembre. Posteriormente, de enero hasta principios de marzo, se siembra y es lo que se convertirá en la nueva cebolla, y así el proceso se va repitiendo sucesivamente año tras año», explica.
La cebolla mallorquina se empieza a recolectar a finales de junio. Se caracteriza por ser grande, está muy adaptada al clima mediterráneo, es dulce y el tipo de tierra ideal para su siembra es la arcillosa; por ello no se riega. La cebolla es un cultivo que sólo ‘bebe' el agua de la lluvia.
Las últimas lluvias de mediados de junio no les ha sido nada favorable. Y es que la lluvia a destiempo les provoca un hongo que se coloca entre las dos primeras capas que hace que se ponga de color negro. Las de Vidal, de momento, se han ‘salvado' de ello.
Joan siembra entre 20 y 25 cebollas por cada metro cuadrado de tierra. Es decir, a una distancia de entre 10 y 15 centímetros entre ellas. «Para una buena producción también es muy importante la rotación de terreno. Con los cerealistas de la zona de Sant Joan nos los vamos intercambiando. En éstos terrenos donde ahora hay sembradas las cebollas hasta dentro de 6 o 7 años no volveremos a sembrar», aclara el payés.
7 comentarios
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El manco ses sabes mellorquines fan plora ,lo millo lo mellorqui,@ Jubilado,los productores foráneos hacen lo mismo,lo mejor se lo guardan, para venderlos a sus cliente,lo barato sale caro.
¡¡¿¿Ahora??!! Todos estos años atrás os habéis dedicado a exportar o vender los mejores productos locales a los hoteles, a la península o al extranjero (patatas, cebollas, pimientos, pepinos, tomates...) dejándonos a nosotros la morralla. ¡Lo siento amigo! Ya le he cogido el gusto a los productos foráneos, y además, son más baratos.
Ánimo a los pageses mallorquines, que con tanto ahínco nos encomiendan a consumir productos de la tierra, a q los vendan a precio es asequibles para los bolsillos de los mallorquines. Pocos somos los q ganamos más de 1500 euros al mes
Sin, y viene de fuera mas barata no vamos a consumir la de aqui
@cebolleta segur q no te molesta que se menji gazpacho enlloc de trampo,,,aii se te veu es plumeroooo
S'hauria d'obligar per llei als supermercats a oferir productes d'aquí. Està clar que no podrem menjar pinya tropical de sa pobla, però per què han de dur ses taronges, cebes o patates de s'altra punta del món si aquí n'hi ha de primera qualitat? i si fa falta taxar les emissions de CO2 del transport, que se faci
Me sap greu per tú Joan, però ara està de moda menjar calçots del empordà, les cebes mallorquines només les menjam els gonelles, traidors a la causa adoctrinadora de CataluÑa.