«No se cuanta naranja llegamos a exprimir» recuerda, «pero fue mucha y precisamente esta acción ayudó en parte a sufragar deudas, ya que nos la quitaban de las manos». Para Llucia la aceptación del zumo de naranja no era ninguna sorpresa. Su relación con el cultivo y comercialización de los cítricos se remonta a casi toda su vida. «Mi padre ya tenía el negocio de naranjas que cultivaba en la finca familiar de Can Roc y desde pequeña me enseñó a apreciar la calidad y las variedades de las naranjas de Sóller», explica. Por este motivo cuando el Ajuntament decidió que este año recuperaría las Jornades y la Fira de la Taronja pensó en Llucia Oliver como pregonera y madrina del evento.
«Acepté porque realmente me siento muy vinculada al campo y a los naranjales y además este año se cumplía el 15 aniversario de la I Fira de la Taronja que impulsó Toni Burgos». Llucia reivindica, no solo un reconocimiento oficial para las naranjas de Sóller y de Fornalutx, sino también la necesidad de preservar estos cultivos en el Valle. Recuerda también el papel que las mujeres han desarrollado en la pagesia mallorquina. «Mi madre dejó un negocio propio que tenía como peluquera para ir a vivir a una finca donde se encargaba del huerto, de los mozos, de los animales, de preparar las naranjas para llevar al mercado, además de cuidar de la casa y de la familia», y reivindica un reconocimiento para «todas estas mujeres que se han pasado la vida trabajando en las fincas y possessions, criando a la vez a sus hijos sin ningún tipo de ayuda ni comodidad, sin sueldo y sin derecho a prestación».
En cuanto a los cítricos del valle que todavía hoy, a pesar de su fama, no han conseguido una marca distintiva oficial, Oliver recuerda que «durante estos quince años que se han venido organizando las Jornades y la Fira de la taronja hemos sido muchas las personas que nos hemos implicado y hemos participado activamente para que este producto tan nuestro gane visibilidad y obtenga el reconocimiento que merece», especialmente ahora que el producto local «vuelve a ser valorado, y que la pandemia nos ha hecho redescubrir». Considera que la naranja «en una seña de identidad del Valle» y pide a las personas mayores «que enseñen a los niños los valores tradicionales del campo y el contacto directo con la naturaleza y la agricultura, ya que la tenemos tan cercana, evitando que pasen tantas horas ante una pantalla».
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