Hace un siglo y medio que el erudito sollericJosep Rullan i Mir, impulsor de la Cooperativa Agrícola Sant Bartomeu, advertía en sus libros sobre el peligro que suponía para la producción de los olivares de la Serra de Tramuntana la llamada mosca del olivo (Bactrocera oleae), conocida por los payeses como corc de costat. La denominación popular se debe a que el insecto emerge de la aceituna por una de sus paredes laterales, después de que la larva haya arruinado el fruto desde su interior. Los consejos de tratamiento preventivo que Rullan i Mir explicaba en sus libros fueron utilizados con efectividad durante décadas hasta que la llegada de los pesticidas sistémicos, como el Dimetoato, supuso un avance importante para luchar contra esta plaga que puede acabar con el fruto antes de que este pueda recogerse.
Este año, la mosca ha campado a sus anchas por la Serra de Tramuntana y de hecho, ha sido una de las principales causas de que la cosecha de aceituna verde destinada al consumo de mesa no se haya podido completar. La cooperativa de Sóller esperaba que este año llegaran a sus instalaciones unas 40 toneladas de aceituna verde para comercializar como olives trencades bajo la denominación de origen Olives de Mallorca. Pero solamente llegaron 17 toneladas y ante la evidencia de que mucho fruto había sufrido el ataque de la mosca, tuvo que darse por finalizada. Las causas de este incremento del corc de costat que se ha observado este año responde, según los técnicos, a diversos factores o incluso a una suma de ellos. Pep Mora, ingeniero técnico agrícola y gran conocedor de las plagas, asegura que uno de los factores que han influido en los últimos años ha sido la prohibición, desde mediados de 2019, del Dimetoato.
«Los payeses deben ahora hacer varios tratamientos con pesticidas no sistémicos, que son menos efectivos e implican más trabajo», asegura el técnico. También atribuye el problema detectado este año a que «curiosamente las temperaturas muy elevadas limitan su propagación y cría, y este año el calor extremo tardó en llegar más que en años anteriores». Desde la Cooperativa de Sóller, la técnica Margalida Morey, tiene la teoría que actualmente la mosca se ha visto favorecida por el cambio climático, ya que «los inviernos son más suaves y las bajas temperaturas de otoño, que también matan al insecto, tardan más en llegar».
Por otra parte, Morey se muestra convencida de que la mosca del olivo «se está adaptando a las temperaturas elevadas y si antes se consideraba que los 36ºC eran letales para su desarrollo, al parecer ahora ya no lo son». En todo caso parece que de cada año la plaga va en aumento. Recuerda que «aunque cuando se produce la primera generación el fruto no es todavía receptivo, si no se limita en este momento su presencia, después ataca con mucha más incidencia».
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