Actualmente es el director y responsable de compras de Agromart, la conocida cadena mallorquina de productos del campo. «No soy payés», explica Xisco, «pero siempre he sido un apasionado del campo y de sus productos». Recuerda que de niño vivió en Sa Cabana a cargo de sus padres, en plena zona de olivar de Els Marroigs, por lo que toda su vida ha estado rodeado de productos tan mallorquines como algarrobas, olivas, naranjas y limones. «Abrir la botiga en Sóller fue un éxito y de alguna manera coincidió con los inicios de la empresa que ahora dirijo y la misma filosofía. Íbamos a comprar directamente muchos productos a los agricultores y nos los quitaban de las manos porque venían directamente del campo y eran exquisitos», recuerda. Después de una reincorporación temporal a su trabajo, con destino en Menorca, pidió una nueva excedencia y desde entonces su vida profesional está dedicada completamente a Agromart.
Explica que su labor «no está exenta a diario de retos y dificultades para encontrar siempre el mejor producto. Comprar fruta o verdura a gran escala no es nada fácil», afirma, «especialmente cuando tienes que comprar algunos productos que no se cultivan en la Isla directamente en el mercado internacional, como por ejemplo para adquirir las piñas tropicales. A las 9 de la mañana ya has comprado más de 200 artículos para las tiendas y has tenido que tomar muchas decisiones teniendo en cuenta muchos factores como la calidad y los márgenes de beneficio». En cuanto al producto local, también considera «un reto y un esfuerzo» poder surtir a diario la cadena con fruta y verdura producida aquí. «Cuando compras a gran escala, especialmente en invierno, a veces la producción del campo mallorquín no es suficiente. Es por esto tener producto cien por cien mallorquín en las tiendas es un valor añadido que hay que destacar mucho en la oferta y que no debería pasar desapercibido para el consumidor», añade Xisco, «pero aún hay algunos consumidores que no lo aprecian y se guían más por el aspecto externo o el tamaño, que no siempre tiene porque coincidir con la mejor calidad».
Sobre si realmente el producto local está o no sobrevalorado en lo que respeta a la calidad, Xisco no tiene ninguna duda: «Creo que no es ningún secreto que la producción a pequeña escala hecha con cariño y dedicación se traducirá casi siempre en una mejor calidad que una producción de tipo industrial. Un trabajo mal hecho en el campo siempre repercutirá finalmente en la calidad», concluye Martí.
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