Tomeu Mas en las nuevas instalaciones de ITT en Son Oms, donde trabaja. | Jaime Mora

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Con dos décadas de trabajo en el sector comercial agrícola, Tomeu Mas ha visto como el campo mallorquín iba siendo abandonado por unos payeses cuyos márgenes son cada vez menores, hasta hacer inviables sus explotaciones.

Desde la empresa ITT, líder en su sector, Tomeu ha sido testigo directo de la decadencia del sector primario, castigado en su opinión por una normativa europea que sitúa a agricultores y ganaderos de la Unión en inferioridad de condiciones respecto a sus competidores.

Dice Tomeu Mas que el campo lleva «años» en crisis, aunque se fija especialmente en los ganaderos, castigados hasta el punto de verse obligados a reducir sus granjas, con explotaciones que llegan a ser «un 50 o un 60 %» de lo que fueron un día.

Señala en este sentido la drástica pérdida de granjas de leche –«llegó a haber más de mil, y hoy apenas quedan una veintena», lamenta– y lo ocurrido con la almendra, de cuya importación Mallorca llegó a ser líder mundial y que hoy acaba muchas veces en tierra, desperdiciada a causa de unas cuentas que no les cuadran a los propietarios de fincas.

En este contexto, crece la importancia de contar con maquinaria que ayude a optimizar el trabajo. Tomeu Mas vende abonadoras, sembradoras, segadoras, cosechadoras, picadoras o empacadoras, todo tipo de tractores que facilitan la vida del payés y que han alcanzado un nivel de precisión «perfecto», gracias a la incorporación de tecnologías como el GPS, que permite una siembra de semillas «impecable».

La introducción masiva de la máquina en la actividad agraria empezó siendo una comodidad, pero ha devenido con el tiempo en una necesidad perentoria cuando resulta casi imposible encontrar mano de obra para completar todas las tareas del campo. «Además –añade Tomeu Mas– el abandono de la tierra por parte de muchos agricultores ha provocado que los que resisten tengan más tierras que labrar», por lo que la única forma de conseguir darle rentabilidad pasa por la adquisición de una maquinaria que también se pone al día en cuestiones medioambientales, con la obligación en tractores de más de 100 CV de incorporar el dispositivo ADblue para reducir «drásticamente» los gases tóxicos que emite el gasóleo.

Solo en el sector de la uva parece resistirse la entrada masiva de las cosechadoras, algo que entiende Tomeu como un signo de que las bodegas isleñas mantienen su apuesta por la calidad, seleccionando cada fruta para mantener la excelencia de una cosecha que después se convertirá en vino. «Las bodegas grandes están obligadas a usar las máquinas, pero los que se pueden permitir recoger a mano tratan de mantener el sistema tradicional», destaca el comercial. En todo caso, tiene claro que trabajar con máquinas «grandes y modernas» es la única forma de dar viablidad hoy al negocio del campo.