Mateu Valls es uno de los fundadores de Netpellet, la empresa que abrió la primera y única fábrica de pélet en Mallorca. | Aina Borràs

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Mateu Valls (Sóller, 1972) es uno de los fundadores de Netpellet, la empresa con la que se abrió la primera fábrica de pélet —un combustible sólido que se fabrica a través de la transformación de biomasa— en Mallorca. Se trata de una energía alternativa y precisamente en esa característica es donde radica la motivación de Valls para abrir una fábrica de este tipo de combustible en Mallorca: «La idea nació para dar respuesta a la búsqueda de alternativas energéticas económicas, sostenibles y ecológicas».

El empresario explica que «después de analizar el mercado, pudimos comprobar que la situación era de total estancamiento. No se vendían calderas ni estufas de este tipo porque no había garantía de suministro ni de calidad, y porque, en caso de encontrar pélet, este se tenía que traer de la Península».

Ahí arrancó su periplo empresarial que acumula 10 años de historia y que ha crecido exponencialmente. Y es que aunque este último año han fabricado 1.100 toneladas de pélet, empezaron con tan solo 150. «Al principio suministramos únicamente a dos calderas del Ajuntament de Calvià aunque después esta administración se volvió a pasar al combustible fósil», lamenta. Por ello, tuvieron que repensar a qué tipo de clientes querían llegar, explica Valls.

«Nos dimos cuenta que los momentos del año en los que había necesidad térmica, eran de cada vez en un periodo más reducido y concentrado, por eso nos decantamos por buscar clientes industriales que también consumieran el combustible durante el verano. Así conseguimos estabilizar los ingresos de la empresa», relata Valls. Primero, tocaron la puerta de los hoteles y después de diversas instalaciones deportivas como polideportivos con piscinas climatizadas. «Gracias a la confianza de diversos clientes, duplicamos la producción inicial en los dos primeros años», relata.

La importancia de este combustible recae en que se trata de un producto «capaz de dar salida tanto a los serrines de las carpinterías, como a la madera proveniente de talas controladas y autorizadas, e incluso a los productos subagrícolas como el hueso de diversos frutos o la cáscara de almendra», destaca el empresario.

Aún así, no es oro todo lo que reluce y Valls lamenta que «el aprovechamiento de estas materias primas en Mallorca es ridículo»: «Los servicios forestales nos dicen que solo se aprovecha el 3 % del crecimiento anual, no del total, de la biomasa». En ese sentido, el empresario lamenta la falta de apoyo de las administraciones públicas: «Tienen miedo de talar árboles aunque ello conlleve una buena gestión forestal». Además tampoco sienten que se les apoye de manera directa instalando calderas de pélet en los edificios públicos como escuelas, ayuntamientos o polideportivos, ya que «en cuanto a energías renovables, únicamente contemplan la solar», sentencia Valls.