Toni, desde pequeño tenía muy claro que no quería trabajar entre cuatro paredes. Empezó los estudios de Geografía, pero al tener un familiar que se dedica al mundo del vino en Porrera (Cataluña) no lo dudó y se puso a estudiar vitivinicultura. Actualmente trabaja en el Celler 4Kilos de Felanitx, en el departamento de análisis. Combina su trabajo con los estudios de Enología.
«Francesc Grimalt (de 4Kilos) me dio la oportunidad de ir a Francia a una vendimia y quedé fascinado por los blancos. A la vuelta incidí a Francesc y a Toni de Son Vell, agricultor de Son Macià, para que me dieran la oportunidad y me asesoraran en la elaboración de mi primer vino. Les compré la uva y me puse manos a la obra», explica Toni. Con unas 5.000 botellas, «para su elaboración, además de con mucho cariño, decidí separar la vinificación: una parte en convencional, de rapado, bajas temperaturas y conservando los aromas y, otra parte, de maceración carbónica, al sol, siempre pendiente del color. Fue una semicarbónica y todo acabó unificado en el mismo tanque donde no hicimos ningún tipo de movimiento. Veíamos que las lías estaban muy bien, por eso sólo hicimos un único movimiento que fue al cambiar de tanque para quitar los fangos y preparar para embotellar», relata Toni Vall.
A los jóvenes que aprenden les gusta dar su toque e innovar. Para elaborar este vino se han conjugado técnicas que ya utilizaban nuestros antepasados con otras de modernas. «La carbónica es más reciente. Me hacía gracia ver a los padres de Toni de Son Vell -experimentados agricultores, de unos 90 años- cuando salían al patio y veían los depósitos con la uva a 40 grados me decían ‘¡estás loco!’, estás desperdiciando la uva. Es una técnica relativamente nueva. Los estudios avanzan, cada día se estudia más la vitivinicultura y hay que innovar. Es un mundo que te parece que sabes un 15 % y no sabes ni un 3 %».
Elaborar este primer vino «ha sido una experiencia muy buena, que me da coraje y ganas para continuar». Preguntado por si el campo tiene futuro, Toni responde: «lo más complicado es la climatología, que hará que nos tengamos que ir adaptando a situaciones que hace años no se habían planteado. Empezar la vendimia la primera semana de agosto, nunca se había pensado; siempre se había vendimiado todo el mes de septiembre. Vienen curvas pero se tiene que seguir luchando, ir hacia adelante, combinando experiencia de antaño con las nuevas técnicas».
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