Miquel Miralles, en el centro, con el ingeniero agrónomo, Pedro Miralles y Alfredo Añez, en el olivar. | Lola Olmo

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Miquel Miralles y su esposa, Sonia Gutiérrez, decidieron hace unos años dejar sus respectivas profesiones para tomar la dirección de Treurer, la finca situada frente al Puig de Randa, en Algaida, en la que el patriarca de la familia, Joan Miralles, plantó tres mil olivos de variedad arbequina hace casi dos décadas. Con ello, fundaba un negocio familiar centrado en la elaboración de aceite de oliva virgen extra, que se ha ido diversificando con visitas a la finca y a su moderna almazara, catas gastronómicas y desde hace un año, un pequeño agroturismo de nueve plazas.

Esta diversificación es lo que permite mantener el olivar y que se pueda costear la maquinaria, las instalaciones, la plantilla y todo lo necesario para elaborar un aceite de oliva con un estándard de calidad muy elevado. «El aceite de oliva permanece en los depósitos y solo lo embotellamos cuando hay que servir un pedido; con la ayuda de nitrógeno, se evita la oxidación y el aceite de oliva conserva todas sus cualidades organolépticas», explica Miquel Miralles.

La gestión agrícola de la finca se realiza con criterios de sostenibilidad. Cuenta con la certificación para la Producción Integrada que expide la Conselleria d’Agricultura, y ha implementado un sistema de circularidad que permite fertilizar sus olivos con el compost que se elabora a partir de la mezcla de hojas y ramas con el alperujo (la parte sólida o pasta que queda tras exprimir las olivas para extraer el aceite). Los restos de poda no se queman, como es habitual: se trituran y se utilizan para cubrir las zonas peatonales y evitar que crezcan las hierbas, además de armonizar visualmente con todo el entorno. También cuentan con placas solares para reducir la dependencia energética de la finca.

Con las visitas guiadas, la familia Miralles y el personal de Treurer pretenden crear un vínculo entre los clientes y el producto estrella, que es el aceite de oliva virgen extra. La producción anual es pequeña, de 15.000 litros al año que se agota cada temporada y que, principalmente, se exporta al extranjero.

«La producción es limitada debido a nuestra filosofía agrícola, no queremos una plantación intensiva, los olivos están plantados con la proporción 8x5 y al estar más separados de lo habitual, ofrecen un fruto de mucha calidad», apunta Miralles. Treuer solo elabora su aceite con sus propias aceitunas y en su propia almazara. «Estamos enfocados a buscar la máxima calidad y para lograrlo, tenemos que controlar cada parte del proceso», señala.

Este esfuerzo ha visto recompensas. Treurer ha obtenido varios premios de relevancia. Ha sido considerado el Mejor aceite de oliva de intensidad media de España en IberOleum; y en el plano internacional, ha logrado dos medallas de oro en los Olive Oil Awards de Nueva York, entre dos mil competidores de todo el mundo.