La pluviometría es el factor que parece haber tenido mayor importancia en la bajada de la producción, a pesar que se sabe que la producción de las plantas sigue ciclos desiguales alternando años de esplendor con otros más escasos. «Los datos de pluviometría de los últimos años muestran claramente esta tendencia a la baja que este año 2024 ha representado una bajada muy grande en lo que durante la primavera, momento que más lo necesitan los viñedos no llovió y justo a mediados de agosto y principios de septiembre se produjeron lluvias con una cierta abundancia», explica Bennàssar.
El año 2023 también fue de escasa pluviosidad, pero las lluvias de primavera aumentaron la cosecha.
Por otra parte, debe tenerse en cuenta que la distribución geográfica y temporal de las lluvias es muy desigual. Este año ha habido una clara diferencia entre la lluvia caída en el norte y el sur de la isla. Desde los municipios de Manacor, Felanitx y Petra hacia el norte hubo buenas lluvias, mientras que hacia el sur éstas prácticamente fueron inapreciables.
En cuanto a la producción, ha habido una bajada drástica. El año 2020 con la crisis de la Covid, ante la bajada drástica del turismo, los viticultores y bodegueros actuaron en consecuencia y realizaron unas podas muy drásticas a los viñedos para disminuir la producción y evitar la necesidad de almacenar vino que hubiera desbordado las bodegas. En los años siguientes se fue recuperando la producción hasta llegar a este 2024, en que se ha producido una bajada drástica. Las cifras de producción en kilos ha sido: 2020, 1,5 millones; 2021, 1,9 millones; 2022, 2 millones; 2023, 2,2 millones, y ahora, el 2024, 1,6 millones. El bajón de este año respecto al anterior de media ha sido del 28%. De uva blanca, un 26% y de negra, un 29%; bajadas que afectan a todas las variedades cultivadas.
«Dentro de esta bajada que tememos mucho que no sea ocasional, sino que se trate de una tendencia ligada al cambio climático, hay datos que son preocupantes y es que la sequía está afectando a los viñedos viejos. Éstos tienen un sistema radicular muy desarrollado que les permite explorar y absorber agua a gran profundidad, pero debido a la bajada del nivel freático tienen dificultades para abastecerse que está provocando la muerte de los viñedos», explica el presidente de la DO Pla i Llevant.
Dicho esto –explica- ya podemos imaginar lo que puede ocurrir con los viñedos jóvenes y de mediana edad. El Consell Regulador que por normativa obliga a que los cultivos de viña sean a la seca se ve obligado cada año a autorizar el riego para evitar la muerte de estas plantas. Los viticultores realizan prácticas agrícolas adecuadas para evitar la pérdida al máximo posible el agua acumulada en el suelo. La más frecuente consiste en labrar de forma superficial para romper los conductos de evaporación de la tierra evitando de forma importante la desecación. Ahora estas prácticas comienzan a tener un gran relieve en el cultivo de los viñedos.
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