Cuando llegan los meses de invierno y las bajas temperaturas, la calefacción se vuelve un elemento fundamental para mantener una temperatura perfecta dentro del hogar.
Para conseguir esa temperatura óptima y, además, ahorrar en la factura energética, se pueden tener en cuenta una serie de recomendaciones, que harán ahorrar dinero, energía y mantener el bienestar dentro del hogar.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que la temperatura ideal, de forma generalizada, suele estar entre los 21 y 23ºC. De este modo, es preferible abrigarse un poco más en casa, antes que ir en manga corta y excederse con los grados de temperatura.
Además de los grados, hay que tener en cuenta el mejor momento para encender la calefacción. Quien tenga en su casa una instalación de calefacción centralizada no podrá elegir los grados ni el momento, pero aquellos con una instalación individual sí que podrán controlarlo.
Así, habrá que tener en cuenta que de nada sirve encender la calefacción si no va a haber nadie en casa o dejarla muy alta por las noches, cuando todos los miembros de la casa están en la cama durmiendo. Bajar la temperatura a 16˚C durante la noche, podría suponer un ahorro de un 13% con respecto a mantenerla encendida a 20˚C, según la OCU.
Además, se pueden instalar válvulas termostáticas para regular la temperatura de cada habitación, una medida que podrá ayudar a conseguir la temperatura perfecta para cada estancia, ya que no es lo mismo la temperatura que debe mantenerse en una sala de estar o en una habitación que, por ejemplo, en la cocina.
Para conseguir una temperatura óptima en el interior del hogar también hay que tener en cuenta que de nada sirve tener un buen sistema de calefacción encendido durante todo el día si la casa no está bien aislada. El aislamiento de las ventanas y puertas que dan al exterior son fundamentales para mantener la temperatura interior estable sin que se tenga que poner la calefacción de forma desorbitada.
A pesar de estas recomendaciones, siempre están las personas más frioleras o más calurosas a las que no les viene bien una temperatura de entre 21 y 23ºC, ya que les parece demasiado frío o demasiado calor, respectivamente. Ante esto, es preferible abrigarse o desabrigarse, pero no tocar el termostato. Así se conseguirá una temperatura estable y óptima sin malgastar dinero y energía.
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