Además, también existen posibilidades de coger hongos. | Freepik

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La arena de playa, aunque parezca inofensiva, puede albergar una serie de bacterias y patógenos que representan riesgos para la salud. Estudios recientes han revelado que la arena puede ser un reservorio de diversas bacterias, incluidas algunas potencialmente peligrosas.

Entre las bacterias más comunes encontradas en la arena de playa se encuentran Escherichia coli, Salmonella y Campylobacter. Estos patógenos, que suelen estar asociados con la contaminación fecal, pueden causar infecciones gastrointestinales que resultan en diarrea, vómitos y malestar general. Además, se ha detectado la presencia de Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA), un tipo de bacteria que puede provocar infecciones graves de la piel y que es resistente a varios antibióticos​.

Los hongos también son un riesgo en la arena de playa. Dermatofitos como Trichophyton rubrum y Microsporum nanum pueden causar infecciones de la piel y las uñas, conocidas como tiñas. Estas infecciones suelen manifestarse como erupciones cutáneas, picazón y enrojecimiento, y son especialmente comunes en ambientes húmedos y cálidos​.

Además de estos riesgos bacterianos y fúngicos, la arena puede contener parásitos como el Toxocara canis, un gusano redondo que puede transmitirse de perros a humanos a través de heces contaminadas. Aunque la incidencia de infecciones por Toxocara es relativamente baja, el riesgo aumenta en playas donde se permite la entrada de mascotas​​.

Para minimizar el riesgo de infección, es recomendable lavarse bien las manos después de jugar en la arena y evitar tocarse la cara, especialmente los ojos y la boca. Ducharse después de un día en la playa también puede ayudar a eliminar cualquier patógeno que se haya adherido a la piel.