Con las terapias psicológicas adecuadas se pueden atenuar o eliminar. | Freepik

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La alergia psicológica es un fenómeno en el que una persona presenta síntomas alérgicos sin la presencia de un alérgeno real. Este tipo de reacción se genera por el poder de la mente y la influencia que tiene sobre el cuerpo. La exposición a un lugar o situación asociada previamente con una experiencia alérgica puede desencadenar síntomas similares, como estornudos, picazón o congestión.

Esta reacción se relaciona con el estrés y la ansiedad. El cerebro, al haber registrado una experiencia pasada como negativa, puede generar respuestas físicas que imitan una alergia. Por ejemplo, alguien que haya tenido una fuerte reacción alérgica en un entorno específico podría experimentar síntomas nuevamente al volver a ese lugar, aunque no haya alérgenos presentes.

El proceso se basa en la conexión entre la mente y el sistema inmunológico. La mente, al recordar un estímulo negativo, activa respuestas fisiológicas como mecanismo de defensa. Aunque estos síntomas son reales, la ausencia de alérgenos demuestra que la causa es psicológica. La «alergia psicológica» destaca la importancia de comprender el papel del cerebro en las respuestas físicas del cuerpo.

Las terapias cognitivo-conductuales pueden ser efectivas para tratar esta condición, ayudando a las personas a identificar y cambiar los patrones de pensamiento que provocan estos síntomas. La relajación y el manejo del estrés también son útiles para minimizar la respuesta del cuerpo ante situaciones desencadenantes.