El calor del día contrasta con el frío de la noche. | Freepik

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La llegada del entretiempo trae consigo un dilema en la cama: el calor del día contrasta con el fresco nocturno, lo que dificulta encontrar el punto exacto de comodidad. Durante esta época, ni las sábanas ligeras del verano ni los abrigos gruesos del invierno parecen encajar del todo, lo que invita a optar por soluciones intermedias, tanto prácticas como estéticas, que garanticen un descanso óptimo sin renunciar al estilo.

Uno de los elementos más importantes para mantener el equilibrio térmico es el colchón. Para lograrlo, algunas firmas de alta gama recomiendan colchones con doble cara, uno para el invierno y otro para el verano, lo que ayuda a regular la temperatura corporal. Sin embargo, la verdadera clave del éxito en esta época está en la elección de los textiles que cubren la cama. La mejor estrategia es inspirarse en el concepto de "capas", similar a cómo nos vestimos en los días de entretiempo.

El uso de mantas ligeras y colchas sin relleno es fundamental para poder añadir o quitar capas según la temperatura de la noche. Las fibras naturales como el lino o el algodón son perfectas para facilitar la transpiración, permitiendo que el cuerpo se mantenga fresco sin caer en el exceso de calor. Es recomendable dejar los edredones gruesos para más adelante y, en su lugar, contar con plaids o mantas de fácil acceso a los pies de la cama. De esta manera, si la noche se enfría de repente, podrás abrigarte sin necesidad de destapar toda la cama.

El truco está en retrasar el uso del edredón grueso el mayor tiempo posible. No solo se trata de mantener el equilibrio térmico, sino también de encontrar el punto exacto de comodidad. El entretiempo es una época de contrastes, y tu cama no tiene por qué ser una batalla constante entre el frío y el calor. Con unos sencillos ajustes en textiles y colores, puedes disfrutar de noches agradables sin sacrificar el confort ni el estilo.