Uno de los principales aportes de la cáscara de plátano es su alto contenido en fibra dietética, superior al de la pulpa de la fruta. Esta fibra promueve una digestión saludable, alivia el estreñimiento y mejora el tránsito intestinal. Además, la fibra soluble presente en la cáscara ayuda a reducir los niveles de colesterol en sangre, disminuyendo el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
La cáscara también es rica en antioxidantes como los polifenoles y la luteína, que protegen las células del daño oxidativo y previenen el envejecimiento prematuro. Estos compuestos fortalecen el sistema inmunológico y reducen la inflamación, contribuyendo a la prevención de enfermedades crónicas.
En cuanto a su contenido mineral, la cáscara de plátano es una excelente fuente de potasio, esencial para la salud cardiovascular y la regulación de la presión arterial. Además, contiene magnesio y calcio, que fortalecen huesos y músculos, y fósforo, que contribuye al equilibrio energético del organismo.
La presencia de triptófano en la cáscara de plátano favorece la producción de serotonina, neurotransmisor que mejora el estado de ánimo y regula el sueño. Por ello, su consumo puede ser beneficioso para personas que padecen insomnio o trastornos del ánimo.
Para aprovechar estos beneficios, es fundamental lavar bien la cáscara antes de su consumo para eliminar posibles residuos de pesticidas. Puede incorporarse en batidos, infusiones o utilizarse en preparaciones culinarias como pasteles y panes. Por ejemplo, hervir la cáscara y consumir el agua resultante es una forma sencilla de obtener sus nutrientes.
Además de los beneficios internos, la cáscara de plátano tiene aplicaciones tópicas. Frotar la parte interna sobre la piel puede ayudar a reducir la irritación, inflamación y la aparición de manchas, gracias a sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
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