Los glicoalcaloides son una familia de compuestos y, los más abundantes en las patatas son la alga-solanina y la alfa-chaconina. Estos compuestos son tóxicos y, por ello, la EFSA ha evaluado su riesgo, ya que la ingesta puede causar molestias gastrointestinales como, por ejemplo, náuseas, vómitos o diarrea.
De este modo, la Organización de Consumidores y Usuarios ha centrado el foco en estos compuestos presentes en las patatas y da una serie de recomendaciones para evitar problemas derivados de su consumo.
En primer lugar, hay que fijarse en el tipo de patata. Las manchas verdes o los brotes de las patatas son las zonas alrededor de las cuales se acumula más solanina. También estos componentes pueden estar presentes en otros alimentos como el tomate, la berenjena u otras hortalizas.
Sin embargo, para el tomate o la berenjena la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) no ha llegado a ninguna conclusión, ya que no se cuenta con suficientes datos.
Sin embargo, con la patata sí que hay información que permite saber las consecuencias de la ingesta de solanina y otros compuestos en los seres humanos y, por lo tanto, para establecer niveles de riesgo.
Según la información disponible, 1 miligramo por kilo de peso coporal al día es la dosis más baja a la que se observan efectos no deseados, es decir, que con esa cantidad, pueden aparecer efectos adversos.
Entre los riesgos reales de estos efectos negativos, los expertos de la EFSA señalan que los bebés y los niños pequeños son los que mayor riesgo tienen de alcanzar una concentración tóxica de glicoalcaloides, ya que su peso es mejor y, con poca cantidad de patatas, ya entrarían en riesgo. En cambio, los adultos necesitarían comer grandes cantidades de patatas.
En cuanto a la patata y la formación de glicoalcaloides, la concentración de estas sustancias tóxicas depende de varios factores, tales como la variedad de la patata, de su envejecimiento o su forma de almacenamiento.
La mayor concentración de glicoalcaloides está en la piel. Además, con la oscuridad se forman cinco veces menos que cuando se dejan las patatas expuestas a la luz.
Para eliminar esta sustancia de las patatas, se pueden seguir ciertas recomendaciones:
- Comprar solo las patatas que se vayan a utilizar en las siguientes semanas. Además, hay que evitar las que tengan zonas verdes o algún brote, ya que ahí se acumula más solanina.
- En casa, hay que guardarlas en un lugar seco, bien aireado, fresco y sin luz.
- Pelar, cocer o freír las patatas también ayuda:
Al quitarles la piel se reduce su contenido en glicoalcaloides entre un 25 y 75%.
Al hervirlas en agua, la concentración de esos tóxicos baja entre un 5 y un 65%.
Al freírlas en aceite, entre un 20 y un 90%.
2 comentarios
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De la ignorancia se hace un estudio sin profesionalidad desconociendo totalmente la patata. Y lo más divertido su reproducción nunca me entusiasmaron sus estudios a partir de hoy O son unos inútiles totales o unos interesados nuestras abuelas se reirían sabían pelar una patata conocerla y saber usar cada variedades según el plato no como los cocineros actuales congeladas y nombre se la bolsa pero saben hablar
La ocu alerta...jajajjaja, en Miquel M. ja ho deia a un dels seus videos, fa estona....