Hace unos 30 años los cuatro trabajadores decidieron asociarse bajo una sociedad limitada y se cambiaron a un local más grande de Ciutat Jardí. Los cuatro siguen al pie del cañón derrochando simpatía con los clientes, algunos fieles desde el principio, incluso de antes de que se embarcaran en esta aventura. La norma de la casa es simple, ofrecer siempre pescados y mariscos de primera calidad, pescados en Mallorca o traídos de Galicia.
Su gamba mallorquina es excelente, con el punto de sal adecuado, apenas hechas y
muy jugosas, sin aceite o perejil que desvirtúe su sabor. Unas gambas con las que es difícil decir qué parte está más buena, la sustanciosa cabeza o el cuerpo. Seguimos con unos sabrosos calamares sucios y terminamos con un hermoso gallo del que no dejamos ni una molla, en el plato solo quedaron las espinas limpias y brillantes. Para beber optamos por un Muscat 2022, bodega M. Oliver, un vino que nos gusta mucho, aunque la mala suerte quiso que fuera la última botella, por lo que al acabarse, tuvimos que elegir otro vino. Como es lógico en un restaurante en el que prima la calidad del producto, la cuenta no es barata, pero sí acorde con lo que comimos.
◗ Hice un viaje relámpago a mi estimada Barcelona, no había vuelto desde la pandemia. El motivo
era asistir a la entrega de placas a los restaurantes recomendados por la guía Michelin de Balears, Catalunya y Comunitat Valenciana. El acto de entrega y la fiesta posterior, organizada por Royal Bliss, gama de mixers de Coca-Cola, se celebró en la impresionante Sala Gran del Museu
Marítim de Barcelona –¿Llegaremos a tener uno de entidad en Mallorca?– ubicado en el conjunto arquitectónico de las Drassanes Reials, uno de los monumentos más importantes de estilo gótico civil. Michelin entrega cada año las estrellas y los Bib Gourmand en actos públicos y festivos, mientras que las placas a los restaurantes recomendados se enviaban por correo y sin dar publicidad.
Esto ha cambiado en este 2023 y por primera vez los cocineros de los restaurantes recomendados
recibieron su placa en un acto público. Algunos chefs me comentaron, durante la fiesta posterior a la entrega de placas, que no pensaban viajar a Barcelona debido al trabajo que tenían, aunque en el último momento se animaron a asistir y se alegraban mucho de haberlo hecho, ya que el acto de entrega les había emocionado mucho, además de ser una oportunidad para encontrarse con colegas de las otras Islas. Además valoraron de forma muy positiva las palabras que les dirigió
Carme Ruscalleda.
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