Imagen del interior de Andana, en el kilómetro cero de Palma.

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Este mes de junio se han cumplido cuatro años desde que Maca de Castro desembarcara en Palma con Andana, coincidiendo con el fin de la cuarentena. El restaurante, ubicado en el kilómetro 0 de Palma, nació con la intención de ofrecer una cocina sencilla y de km. 0. Cocina de temporada, utilizando los productos que crecen en su huerto de sa Pobla. El proyecto ha calado hondo entre los mallorquines, y los que no lo son, si nos atenemos a la afluencia de público, del éxito de visitas, tanto locales como viajeros. Los platos ideados por Maca gustan mucho, desde las verduras al Kamado, sus bravas, las paellas de legumbres o la tarta de queso.

También sus salchichas o bratwurst de porc negre, sus croquetas del Jardín o el gustoso steak tartare. Por la calidad de los platos y la atención y simpatía del personal de sala, los precios en Andana son ajustados, especialmente si pedimos platos para compartir, una fórmula con la que podemos probar más cosas. Por 40 euros se come de maravilla, incluyendo un buen vino o cerveza. Lo mejor es que los platos están igual de buenos que hace cuatro años, algo que por desgracia no suele ser habitual.

He pasado unos días en Carcassonne, para mí una de las ciudades más bonitas de Francia. A los 10 años dejé un trocito de mi corazón cuando la visité por primera vez. Allí me acostumbré a comer queso todos los días para terminar almuerzos y cenas, habitualmente tres o cuatro variedades, la mayoría de cabra, pero también oveja –no faltaba nunca un buen Roquefort–. Fue tío Jean, un francés elegante y con un físico que ya hubieran querido para sí muchos actores, quien me enseñó a escoger quesos, a sacarlos de la nevera antes de poner la mesa para que se atemperaran y recuperaran su sabor, enmascarados por el frío. No podía faltar mi visita al mercado de los sábados, mercado que antes se montaba en la plaza principal y que ahora el Ayuntamiento ha mandado a las afueras, una decisión que rechazan vecinos, comerciantes y mercaderes. La plaza está ahora ocupada por mesas y sillas de bares a los que el Ayuntamiento ha regalado los toldos bajo los que se cobijan los miles de turistas que cada día visitan la espectacular ciudad amurallada.

Muchas de las tiendas que había en su calle comercial, similar a Sant Miquel o Sindicato, han cerrado y cuelgan el cartel de se vende, mientras no paran de crecer las grandes superficies y centros comerciales. Enseguida pensé en Palma y no me sorprendió que el gobierno de Macron anunciara un plan para regular la afluencia de turistas en Francia. Firmé contra el traslado del mercado y compré quesos, salchichones, foie y otros productos artesanos a los agricultores. Ví grandes y gustosas cerezas procedentes de España, más baratas que las que venden en la frutería de debajo de casa, ¡increíble! Comí un fantástico cassoulet con sus judías blancas, su salchicha de Toulouse y su confit de pato sin que nadara en grasa, difícil a veces.

Carcassonne forma parte de Occitania, región nacida en 2016, fruto de la fusión de Languedoc-Roussillon y Midi-Pyrénées. Tiene tres restaurantes con estrella Michelin, los tres sin ninguna mesa libre en estas fechas. La gastronomía y la lengua occitana guarda, en general y como es obvio, muchas similitudes con la catalana, la mallorquina. Oreilletes, escudella, rosquillas, escalivade, calamares rellenos, brandade, cargolade