San Juan y sus hierbas

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La noche del pasado sábado fue la noche llamada de San Juan. La festividad del calendario cristiano corresponde a San Juan Bautista, cuyo nombre deriva de haber sido quien bautizó a su primo Jesús. Como es sabido y creído popularmente, se atribuyen a esa noche magias y poderes. Lo único cierto es que el día marca el solsticio de verano y su noche es la más corta del año astronómico. Esa peculiaridad es posible que esté en la raíz de las creencias mencionadas.

Esas presunciones se remontan a tiempos de la antigüedad, cuando la fecha estaba consagrada a las Palílias, celebraciones en honor de cierta diosa llamada Palas, aunque sin relación alguna con la Palas Atenea ática, si bien ambas pertenecían al panteón griego. Aunque a veces era considerada masculina, cualquiera que fuera su sexo siempre era protectora de pastores y ganaderos. En consecuencia, lo hacía también del ganado, aguas, prados y hierbas, representándosela habitualmente coronada de romero y laurel.

El vínculo protector de las hierbas llevó a atribuirles que el día de la festividad de su diosa, ésta les otorgaba un refuerzo especial de virtudes y poderes. La creencia se ha ido transmitiendo y determinadas convicciones sanadoras naturalistas atribuyen una capacidad benéfica más elevada a las recogidas durante esa noche. En Mallorca se admite que Ses herbes de Sant Joan, tenen virtut tot l’any. De ahí que las recolectadas en esa fecha sean especialmente apreciadas para macerarlas en alcohol y elaborar el aguardiente de hierbas, instituido como uno de los licores locales típicos. No se sabe muy bien cuándo, ni dónde, ni cómo se inicia la destilación del aqua ardens o alcohol.

Suele situarse entre los alquimistas árabes del siglo noveno para incorporarse a Europa a través de la italiana Escuela Médica de Salerno hacia finales del siglo XII. Su temprano y rápido desarrollo en tierras catalanas medievales poco tiempo después, apoya que se iniciara en esos momentos o poco antes. Sus resultados se destinaban inicialmente a la medicina y una de sus primeras recetas conocidas se utilizó para hacer recuperar la memoria. Figura en el opúsculo titulado Aforismes de la memòria, redactado por Arnau de Vilanova (ca.1240-1311). Su instrucción prescribe hacer el aguardiente con vino tinto y un hatillo de toronjil, salvia y romero. El destilado se aplicará con una venda de lino a la nuca del sujeto desmemoriado.

Formulaciones de orden similar, aunque con fines más recreativos, menudean en nuestros textos de cocina. Por lo general, sus composiciones respectivas han ganado complejidad, aumentando notablemente el número de hierbas e ingredientes que incorporan, algunos, como el café, llegados muy posteriormente. Su cifra es variable y responde más al gusto arbitrario de los elaboradores que a regla alguna. Acostumbran a macerarse en un anisado con una cuarta parte de cazalla o un alcohol de mayor graduación, manteniéndolas así durante un mes antes de consumirlas. Aunque el resultado pueda tener un paladar agradable, es incierto que beberlo permita recuperar memoria.