La celebración se ha realizado bajo el lema ‘Cendre i posar llevat’, dos maniobras en el proceso de la elaboración del pan.

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Con motivo del Día Internacional de la Mujer este año en Campos ha tenido lugar un homenaje a las forneres pasadas y actuales de dicha localidad. Son uno de los oficios femeninos más antiguos de nuestra isla, apareciendo mencionadas expresamente en la Carta Pobla otorgada a los futuros mallorquines por Jaume I en marzo de 1230. Las alude en concreto el apartado que regula el precio al cual las flaqueres, nombre antiguo de las forneres, debían vender sus panes. Confirma esa existencia un privilegio otorgado por el rey Sancho de Mallorca a ciertas flaqueres llamadas na Dolça y na Cominal en 1313.

En reconocimiento de la excelencia lograda por los panes que amasaban, erets sufficienten bell pa a pastar precisa el documento, ambas fueron autorizadas a vender sus panes con una onza menos del peso establecido. Todas las homenajeadas han coincidido en la satisfacción que les ha proporcionado y proporciona esa tarea, a pesar de las preocupaciones adicionales que supone. Han recordado que llevarla a cabo venía a sumarse a la obligación habitual de atender simultáneamente a las tareas domésticas de su casa, poniendo de relieve su papel tanto en el obrador como en la venta de cara al público. Asimismo recordaron anécdotas y detalles del trato directo y cotidiano con los clientes, así como algunas peculiaridades requeridas antiguamente por esa actividad.

La celebración se ha realizado bajo el lema Cendre i posar llevat, dos maniobras básicas en el proceso de la elaboración del pan, reveladoras ya de una destreza y conocimiento técnico por encima del simple amasado y mezcla de harina y agua. La primera consiste en el filtrado de la harina a fin de eliminar los posibles restos de trigo o cuerpos extraños que el antiguo molido pudiera haber dejado en ella. El procedimiento requería el uso de un cedàs (cedazo) de trama fina que permitiera solo el paso de la harina de tamaño menor y más blanca. Con ella se elaboraba el pane albo o pan blanco, considerado de calidad superior. Un nuevo cernido con trama más amplia proporcionaba la harina destinada al pane ros, similar al que ahora conocemos como pan moreno, siendo la restante destinada al pane cum toto, equivalente al pa negre. Esas tres eran las categorías que jerarquizaban las calidades del pan en nuestra isla según la documentación del siglo XIV.

Posar llevat era añadir el llevat o levadura, llamada ahora masa madre, a la harina. Consistía en una porción de masa antigua conservada en una escudilla con aceite y tapado con una hoja de col o un papel de estraza. Lo habitual era tenerla preparada en cantidad suficiente para fermentar la cantidad de masa previsible del futuro pan. Al añadirla a la harina se vertía sobre ella agua caliente, que se mezclaba con la harina del entorno, dejando leudar el conjunto a temperatura cálida y constante. Fermentada ya la masa, quedaba dar forma a los panes y cocerlos.