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Lo exclamó la fundadora de la escuela, Xianlin Liu, a su llegada al centro: «¡La gastronomía es una lengua universal!». Y no le faltaba razón. El Centro Educativo Huayue, en el barrio de Pere Garau, donde trabajan por mantener con vida las raíces de los niños y jóvenes de ascendencia china que viven en la Isla, además de enseñar el mandarín y difundir la cultura china entre los locales, acogió el pasado miércoles un taller gastronómico para celebrar el Festival de Qingming, también conocido como el Día de Barrido de Tumbas. Esta fiesta tradicional se celebra cada año, entre el 4 y el 6 de abril, para recordar y honrar a los antepasados, como en el Día de los Difuntos o Tots Sants en España.

Las jiaozi -las populares empanadillas asiáticas, más conocidas por el nombre japonés gyoza-, fueron las protagonistas del encuentro culinario. Pero antes de ponerse manos a la obra, los participantes -alumnos del centro, amigos y familiares-, conocieron la fiesta en profundidad gracias a la lección de la profesora del centro, Jinyi Liu. Con más de 2.500 años de historia el Qingming es una fiesta de gran trascendencia en China; como en Tots Sants, las familias visitan los cementerios y honran a sus difuntos.

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El Sao mu, o la limpieza de la tumba, es la práctica más arraigada, «antes era tradicional llevarles dinero, en papel, y quemarlo en las tumbas, con el fin de que lo disfruten en el otro mundo. Pero están empezando a prohibirlo en las grades urbes, a causa de la polución», explica la maestra. La fiesta coincide con la entrada de la primavera, por lo que también celebra la llegada del buen tiempo. Otra tradición de la festividad es el Ta qing, que significa ‘pisar el verde’: tras la limpieza de la tumba, en el mismo cementerio o en la montaña, las familias aprovechan el día y disfrutan de un picnic, mientras los niños juegan a fang feng zheng, es decir, volar cometas. En el picnic no solo comen jiaozi; otros bocados típicos de la fiesta son los Qing tuan, una pasta de arroz glutinoso, rellena de carne o judías rojas, similar al mochi japonés, pero más esponjoso, típico del sur de China, o los Ji dan, o huevos duros.

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Con la lección aprendida, de la mano de la maestra cocinera Lin, el público cocinó jiaozi vegetarianas -su color verde se debe al zumo de espinacas que se añade a la masa-, además de las clásicas de pollo. Aquellos que deseen elaborar en casa las auténticas empanadillas chinas pueden seguir la receta de la maestra Lin. Para la masa de las empanadillas, una de agua y dos de harina de trigo. Relleno de carne: 500 gramos de carne picada de pollo; 30ml de agua y aceite de ostras; cebolla picada al gusto; una clara de huevo y cebolleta china; sal y salsa de soja; condimentar con un sobre de ‘13 especias chinas’. Relleno de verdura: 500 gramos de col china picada; 500 gramos de zanahoria; cebolla picada; sal y salsa de soja; condimentar con un sobre de ‘13 especias chinas’.

En cuanto a la elaboración, cogemos todos los ingredientes para el relleno y los mezclamos en un bol. Una vez esté bien mezclado el relleno, rellenamos las jiaozi. Es importante aplicar agua en el borde de la masa. A continuación, calentamos aceite en la sartén a fuego medio, colocamos las empanadillas, las dejamos durante dos minutos, le añadimos media taza de agua y tapamos la sartén. Cabe recordar que las jiaozi se pueden preparar al vapor o hervir en agua caliente. Cuando se consuma el caldo, las dejamos reposar cinco minutos, tiempo suficiente para preparar la salsa a base de vinagre de arroz y ajo. Solo resta disfrutar.