Los campos de pirámides egipcias entre Giza y Lisht, construidos durante un período de casi 1.000 años que comenzó hace aproximadamente 4.700 años, ahora se encuentran en el borde del inhóspito desierto occidental, parte del Sahara. La evidencia sedimentaria sugiere que el Nilo solía tener un caudal mucho mayor, y que el río se dividía en varios brazos en algunos lugares. Los investigadores han especulado anteriormente que una de estas ramas podría haber pasado por los campos piramidales, pero esto no ha sido confirmado.
Eman Ghoneim, de la Universidad de North Carolina Wilmington, y sus colegas estudiaron imágenes de satélite para encontrar la posible ubicación de un antiguo brazo de río que discurría a lo largo de las estribaciones de la meseta del desierto occidental, muy cerca de los campos de las pirámides. Luego utilizaron estudios geofísicos y núcleos de sedimentos para confirmar la presencia de sedimentos de ríos y antiguos canales debajo de la superficie terrestre moderna, lo que indica la presencia de una antigua rama, que proponen llamar 'Ahramat' (que significa 'pirámides' en árabe).
Los autores sugieren que una mayor acumulación de arena arrastrada por el viento, relacionada con una gran sequía que comenzó hace aproximadamente 4.200 años, podría ser una de las razones de la migración de la rama hacia el este y su eventual sedimentación. El descubrimiento puede explicar por qué estos campos piramidales se concentraron a lo largo de esta franja particular de desierto cerca de la antigua capital egipcia de Menfis, ya que habrían sido fácilmente accesibles a través del brazo del río en el momento en que fueron construidos.
Además, los autores descubrieron que muchas de las pirámides tenían calzadas que terminaban en las orillas propuestas del brazo de Ahramat, lo que, según ellos, es evidencia de que el río se usaba para transportar materiales de construcción. Los hallazgos reiteran la importancia del Nilo como carretera y arteria cultural para los antiguos egipcios, y también resaltan cómo la sociedad humana se ha visto históricamente afectada por el cambio ambiental, según los autores. Investigaciones futuras para encontrar más brazos extintos del Nilo podrían ayudar a priorizar las excavaciones arqueológicas a lo largo de sus orillas y proteger el patrimonio cultural egipcio, añaden.
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