Este trastorno se conoce como tanorexia y las personas que sufren este problema sienten la profunda necesidad de mantener el bronceado en cualquier época del año.
«Se define como obsesión por estar morenos, ya sea tomando el sol al aire libre o en cabinas de rayos UVA, dejando de utilizar los protectores solares adecuados para aplicarse productos de aceleración del bronceado y poniendo de esta manera en peligro la salud física y mental», destacan en el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM).
La tanorexia es próxima a «los trastornos relacionados con la distorsión de la imagen corporal, concretamente con la dismorfofobia», destaca en un artículo la psicóloga Júlia Pascual. Así, se produce «una alteración en la percepción de la imagen corporal» que hace que las personas que padecen este trastorno se vean más pálidas de lo que realmente están, dando lugar a una preocupación excesiva por prolongar su exposición al sol o en cabinas de bronceado.
Esta obsesión tiene repercusiones psicológicas y físicas. Afecta a la autoestima e influye en la calidad de vida y, por otro lado, puede tener efectos perjudiciales por la prolongada exposición a los rayos ultravioleta como lesiones en la piel, envejecimiento prematuro, quemaduras e incluso cáncer.
«Lo que sucede es que el sujeto cae en la psicotrampa psicológica que consiste en: cuanto más intenta estar moreno más blanco se ve. Aún así, la persona lo atribuirá a no haber estado suficiente al sol o no haber tenido la suerte de broncearse como tenía previsto y va a seguir intensificando su tiempo de exposición», añade la experta.
La persona con tanorexia a menudo tiene una autoestima baja y, aunque uno de los signos de alarma más visibles sea el bronceado excesivo, existen varios síntomas a tener en cuenta. Según la doctora Sonia Palma Rodríguez, médico psicoterapeuta en De salud psicólogos, algunos de los más relevantes son los siguientes:
■ Pérdida del sentido de la realidad y de la propia imagen.
■ Piel excesivamente bronceada, seca y rugosa. Esto puede dar lugar a un envejecimiento prematuro.
■ Compulsión por aumentar y mantener el bronceado, lo que genera una gran ansiedad e incluso mal humor.
■ Competitividad con otras personas por lograr un moreno en la piel más intenso.
■ Frustración e insatisfacción constante sobre su tono de piel.
■ Percepción de que la piel siempre está pálida.
■ Ansiedad y preocupación constante.
■ Pérdida de apetito por la sensación de falta de horas de exposición solar.
■ Descontrol y dependencia, aún conociendo los peligros para la salud de la exposición prolongada al sol.
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