En estos tiempos que corren hoy en día quizás sea más importante que nunca preocuparnos un poco más por nuestro sistema inmunitario y darle mayor protagonismo a la hora de cuidarnos y prevenir enfermedades. Ahora, sobre todo de cara al invierno, es muy importante que nos fijemos en el aporte de vitaminas y minerales que damos a nuestro organismo, ya que de él depende en gran medida cómo de preparados estemos para afrontar los meses de frío, donde las gripes y los resfriados son afecciones mucho más comunes.
Para tratar esta preocupación por reforzar el sistema inmune de cara al invierno, en el día de hoy queremos hacer hincapié en una de las combinaciones que suponen un combo de oro para nuestras defensas: la ingesta de Vitamina C con Zinc. Como ya sabemos, durante los meses de invierno es importante reforzar nuestra alimentación como una manera de asegurar el buen estado de nuestro sistema inmune y, actualmente, más todavía teniendo en cuenta que nos encontramos en una situación delicada con la aparición de la COVID-19.
Por todo esto, en el día de hoy os queremos hablar acerca de cómo podemos darle un refuerzo extra a nuestro organismo, para que esté lo más preparado posible de cara a los próximos meses de frío, de forma que pueda actuar de la mejor manera posible ante ellos.
Vitamina C y Zinc: dos aliados contra los virus y bacterias
Si hay un combo de minerales y vitaminas (además de la Vitamina D) que es esencial en la preparación de nuestro sistema inmune y el refuerzo de nuestras defensas ese es el del Zinc con la Vitamina C.
Por su parte, la vitamina C es uno de los mejores aliados de nuestras defensas. Se trata de una vitamina que ayuda a que nuestras células inmunitarias trabajen a una mayor capacidad, defendiendo nuestro organismo de manera más óptima y eficaz. Además, la vitamina C también destaca por aportar antioxidantes a nuestro cuerpo, de forma que propicia el buen estado de nuestras células.
Por otra parte, el Zinc es uno de los minerales que más presencia tiene dentro de nuestro organismo, solo por debajo del hierro. Se trata de un macronutriente esencial que ayuda a nuestro sistema inmunitario, protegiéndonos y combatiendo de forma eficaz cualquier virus o bacteria al que nos expongamos.
Por estos motivos, tanto la Vitamina C como el Zinc son dos de los elementos más importantes que debemos cuidar para mantener nuestras defensas en el mejor estado posible, de manera que puedan hacer frente de forma más sencilla al ataque de virus y bacterias.
¿Cómo introducir la Vitamina C y el Zinc en nuestra dieta?
Es cierto que, dentro de una dieta variada y saludable, solemos tener cubiertas necesidades tanto de vitamina C como de Zinc. Sin embargo, aquellas personas que no prestan excesiva atención a sus hábitos alimenticios, pueden necesitar una revisión más exhaustiva de estos nutrientes, de manera que tengan que forzar la introducción de ciertos alimentos o complementos para contar con unas defensas de calidad.
La manera más tradicional de incluir la Vitamina C y el Zinc dentro de nuestra dieta es a través de la alimentación. Así, como fuentes de Vitamina C, podemos intentar consumir más frutas y verduras con un alto contenido de este nutriente, como pueden ser el brócoli, las coles de bruselas, el pimiento rojo, el kiwi o las fresas.
Por otra parte, si queremos incluir un mayor aporte de Zinc como un método de fortalecer nuestras defensas, podemos acudir a alimentos como la yema de huevo, las almendras, la avena, algunos mariscos como las almejas o los mejillones, legumbres como los garbanzos, las lentejas o los frijoles, y el arroz integral.
De igual modo, si a través de la ingesta de estos alimentos no fuese suficiente para nuestro organismo y pudiésemos estar en riesgo de sufrir un episodio de depresión inmunitaria, también podemos acudir fácilmente a los suplementos alimenticios. Sobre todo durante los meses de invierno, los suplementos alimenticios de Vitamina C y Zinc pueden ser la solución para dar un aporte extra a nuestras defensas y que nuestro cuerpo esté más preparado para afrontar los virus y las bacterias con las que pudiésemos estar en contacto.