De hecho, se ha utilizado en la medicina asiática durante miles de años para el tratamiento de diversos dolores, como el de estómago, para la diarrea y para prevenir las náuseas.
Su raíz puede consumirse de diferentes formas, tanto fresca, como en polvo, en especia o en aceite. La demanda de este producto se ha incrementado en los últimos años al ser un condimento ideal en la cocina. Sin embargo, además de otorgar a nuestros platos un sabor único, el jengibre tiene efectos beneficiosos para la salud del organismo.
El rizoma de esta planta está compuesto por sustancias fotoquímicas que, aunque no son nutrientes esenciales, aportan beneficios saludables. El poder medicinal proviene de los gingeroles, componentes principales de la raíz fresca, y de los shogaoles.
En este sentido, algunas hierbas y especias como la cúrcuma, el jengibre, el orégano o el laurel «están entre los más potentes antioxidantes y antiinflamatorios naturales», tal y como indica la Fundación Española del Corazón (FEC). En el caso concreto del jengibre, contribuye a la salud digestiva reduciendo la inflamación intestinal y puede ayudar a reducir dolencias e inflamaciones articulares.
Actualmente, se utiliza «como suplemento dietético para las náuseas posquirúrgicas; náuseas causadas por el movimiento, la quimioterapia o el embarazo; artritis reumatoide, y osteoartritis», subrayan en el National Center for Complementary and Integrative Health de EE.UU. Ciertas evidencias parecen indicar que puede ayudar a aliviar las náuseas y los vómitos, aunque en algunas personas puede provocar efectos secundarios leves como acidez o malestar abdominal.
Otras revisiones sobre los efectos del jengibre en la salud concluyen que contribuye a mejora la salud gastrointestinal, sobre todo en casos de estreñimiento, y tiene potencial antimicrobiano que puede ayudar en el tratamiento de enfermedades.
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