La espalda, el cuello y las rodillas se encuentran entre las zonas más susceptibles de padecer dolores musculares. Detrás de estos dolores, puede haber varias causas, pero la mayoría de los españoles -3 de cada 4- achacan a factores laborales como principales desencadenantes de sus dolores musculares.
Según el estudio Salud muscular en España, hay zonas de nuestra anatomía más propensas a producir dolores musculares. Entre ellas, encontramos:
Espalda
Es, sin duda, el dolor ‘estrella', pues hasta el 85% de las personas que aseguran sufrir dolores musculares padecen dolores en la espalda y prácticamente toda la población padecerá dolor de espalda en algún momento de su vida. Dentro del dolor de espalda, es el lumbar el de mayor prevalencia. De hecho, según datos de la Sociedad Española de Reumatología, representa alrededor del 20% de los dolores crónicos totales. Este tipo de dolor no entiende de profesiones, pues se da en todas las estudiadas sin distinción.
Cuello
El dolor cervical afecta al 54% de las personas con dolores musculares, especialmente en las que trabajan en oficinas y frente al ordenador.
Piernas y rodillas
Un 26% de las personas con dolores musculares aseguran tener dolor en las piernas. Se trata de un dolor muy presente en trabajadores con labores físicas, como la construcción, limpieza, la agricultura… y en el sector servicios, como camareros, dependientes y en la industria manufacturera. Los dolores de rodillas, que afectan al 23%, y los de los pies (13,2%) se dan en los mismos sectores profesionales. Lo mismo ocurre con dolores de muñecas, que afectan al 20 %, de brazos (18,8%) y de la manos (15,4%).
Estos dolores suelen ir asociados a otras molestias, como jaquecas, molestias al dormir por no encontrar una postura correcta en la que no duela, cansancio o desánimo, y son más comunes entre las mujeres y las personas que nunca practican deporte, como afirma Fernando Ramos, presidente de la Asociación Española de Fisioterapeutas, “las personas que practican deporte de forma frecuente experimentan una sintomatología más leve con respecto al resto de la población. Eso es debido a que el ejercicio genera importantes beneficios sobre el organismo a nivel físico, contribuyendo a mantener un mejor funcionamiento del sistema musculoesquelético (huesos, tendones, articulaciones)”, explica Ramos.
Pueden ser varias, desde enfermedades reumáticas (artristis, fibromialgia…), autoinmunes como el lupus, procesos virales o bacterianos (enfermedad de Lyme, gripe), déficits nutricionales… Pero lo más común es que se deban a problemas musculares puramente mecánicos y localizados debido a la tensión, el esfuerzo, la sobrecarga y lesiones menores. Estas lesiones se producen mayoritariamente debido a actividades derivadas del trabajo, como cargar peso o hacerlo de manera incorrecta, pasar mucho tiempo sentados delante del ordenador y en una mala postura, estar mucho tiempo de pie o el estrés, pues la tensión que genera hormonas que hacen que el cuerpo se tense y nos hace más sensibles al dolor.
Otros detonantes son las lesiones -ya sea haciendo deporte, una caída…- o las malas posturas al dormir.
La forma más común de tratar el dolor son los medicamentos, especialmente los analgésicos sin receta, ya sean los típicos antinflamatorios tipo ibuprofeno en píldoras o tratamientos tópicos, como geles o sprays, generalmente de venta libre. Para dolores más intensos e incapacitantes, a veces puede ser necesario por un corto periodo de tiempo recurrir a relajantes musculares o analgésicos más fuertes, siempre bajos prescripción médica. Además, puede ser muy útil, como tratamiento complementario o para evitar tomar tantos fármacos, recurrir al fisioterapeuta o aplicarse calor seco en las zonas doloridas, sobre todo si se trata de la espalda o el cuello.
También podemos prevenirlos o hacer que sean más llevaderos si:
• Evitamos el sedentarismo. Hacer ejercidos con regularidad hará que los músculos estén más fuertes y estén más preparados cuando necesitemos un esfuerzo extra. Además, el ejercicio, aunque sea caminar, aumenta el flujo de sangre a los músculos y potencia su flexibilidad y la desinflamación. A la hora de hacer deporte, nunca forcemos y estiremos siempre antes y después del ejercicio.
• Levantamos peso con cuidado. Gran parte de los dolores de espalda se evitarían si levantáremos peso correctamente, doblando las rodillas en vez de la espalda.
•Realizamos estiramientos. Realizar estiramientos a diario en las zonas que tienden a dolernos puede ser de gran ayuda para que las tensiones o sobrecargas no vayan a más.
•Visitamos al fisioterapeuta regularmente. El especialista que mejor puede ayudarnos a tratar y prevenir los dolores musculares es el fisioterapeuta. Visítalo siempre que lo necesites y no esperes a que la lesión vaya a más porque será más difícil librarte de ella.
•Evitamos el estrés, una de las mayores fuentes de tensiones musculares, principalmente en la espalda, el cuello y la zona de la mandíbula.
•Llevamos una alimentación adecuada. El déficit de algunos nutrientes, como proteínas, magnesio, hierro o vitamina D puede hacernos más propensos a tener debilidad muscular y, por tanto, más facilidad para lesionarnos o sobrecargar nuestros músculos.
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