TW
0

Solemos relacionar la deshidratación con el verano y las altas temperaturas y, aunque es verdad que durante esta época del año es mas frecuente debido al calor y a la sudoración, lo cierto es que la deshidratación puede ocurrirnos en cualquier época del año, especialmente a los niños y a los ancianos, los colectivos más vulnerables.

De no combatirla en cuanto aparece, la deshidratación puede tener consecuencias muy negativas para la salud. Por ello es esencial reconocerla y actuar ante los primeros signos.

La deshidratación se produce cuando el organismo pierde más líquido del que repone. Las causas pueden ser múltiples, como sudoración excesiva por calor o por realizar un ejercicio muy intenso, por vómitos y diarrea (causas muy frecuentes), la fiebre provocada por alguna enfermedad o infección aguda, algunas enfermedades que hagan que orinar mucho, como la diabetes, o incluso la toma de algunos medicamentos para la hipertensión o diuréticos.

Cuando se produce una deshidratación, el organismo no tiene agua suficiente para llevar a cabo con normalidad sus funciones normales, y en función la gravedad de esta, las consecuencias serán unas u otras, pues no es igual tener una deshidratación leve que una grave, una emergencia que pone la vida en peligro. Y es que, no tratar una deshidratación a tiempo, puede dar lugar a:

•Problemas renales. Padecer varios episodios prolongados de deshidratación pueden dar lugar a infecciones de orina, cálculos renales e insuficiencia renal.

•Convulsiones. Unas de las primeras consecuencias de la deshidratación es que desequilibrio de los electrolitos, como el potasio y el sodio, que ayudan a llevar las señales eléctricas de una célula a la otra. Si está señal no se produce de manera óptima debido al desequilibrio, puede aparecer las contracciones musculares, las convulsiones en incluso la pérdida de conciencia.

•Choque hipovolémico. Un choque o shock hipovolémico se prode cuando el volumen sanguíneo, debido a la falta de líquido, es sanguíneo bajo. Esto puede dar lugar una disminución en la presión arterial y en la cantidad de oxígeno en tu cuerpo. Esta es una de las complicaciones más graves de la deshidratación y puede poner en riesgo la propia vida.

•Lesiones por el calor. Las consecuencias de sufrir una lesión por calor pueden variar desde calambres musculares, agotamiento por calor e incluso un golpe de calor, que puede provocar incluso la muerte o daño cerebral.

La deshidratación puede ser leve, moderada o grave, en función de la cantidad de líquido corporal que se haya perdido o que no se haya repuesto. Si no actuamos ante una deshidratación leve o moderada, esta puede derivar en una deshidratación grave, que requerirá de ayuda médica urgente. Aprender a reconocer las primeras señales es vital para que esto no ocurra. Los síntomas más comunes de una deshidratación leve o moderada son:

Los signos de deshidratación leve o moderada incluyen:

•Sed: Es la manera en que tiene el organismo de decirnos que empieza a faltarnos agua, por eso es tan importante beber siempre que se tenga sed.

•Boca seca o pegajosa. La falta de agua empieza a resecar nuestras mucosas, por eso notamos seca la boca, e incluso los labios.

•Orinar escasa y oscura. Por lógica, si nuestro cuerpo no dispone de agua suficiente, eliminará menos a través de la orina. Además, esta estará más concentrada.

•Piel seca y fría. Tener la piel fría y seca, si además tenemos sed, es uno de los signos más habituales de la deshidratación.

•Dolor de cabeza y mareos

•Calambres musculares, especialmente en las piernas. Esto es señal de que empieza a haber un desequilibrio en los electrolitos.

•Fatiga, somnolencia y debilidad

En el caso de lo bebés, hay que estar muy atentos, sobre todo si padecen diarrea, si se presentan síntomas como irritabilidad, pañales poco mojados, llanto sin lágrimas o si tienen los ojos, la fontanela o las mejillas hundidos.

Ante la aparición de estos signos, sobre todo si es más de uno, deberemos beber agua o alguna bebida rehidratante cuanto antes.

Si la deshidratación en grave, además de agravarse los anteriores síntomas, aparecen otros más preocupantes, como:

•Piel la seca y arrugada. Si la deshidratación se acentúa, la piel, además de estar seca, puede llegar incluso a arrugarse. Esto podemos observarlo sobre todo en la cara, donde notaremos los ojos hundidos.

•Irritabilidad o confusión. La falta de líquido puede influir en el estado de ánimo y provocar irritabilidad, confusión, apatía o mal humor.

•Mareos, delirios o aturdimiento. En las etapas más graves de la deshidratación, se pueden sufrir incluso delirios y desmayos.

•Ritmo cardíaco y respiración acelerados.

•Fiebre.

•Presión arterial baja, que puede llevar incluso al shock hipovolémico.

Si el cuerpo pierde más del 5% del líquido, estaríamos ante una deshidratación grave que requerirá de atención médica inmediata para que no se produzcan daños en os órganos vitales. Por ello, ante la aparición de estos síntomas, hay que buscar ayuda inmediatamente. En caso de que la persona esté consciente, se puede intentar dar agua a pequeños sorbos hasta que sea atendida por un profesional

Para evitar la deshidratación, basta con llevar una diera equilibrada rica en frutas y verduras -que tienen abundante agua- y beber siempre que se tenga sed, pues lo de los dos litros de agua no sirve ni para todo el mundo ni en todas las épocas del año. Las personas mayores tendrán que esforzarse un poco más y beber líquidos incluso en ausencia de sed, pues, además de que en ellos la deshidratación se produce antes, suelen tener menos sensación de sed. Esto se hace aún más necesario si toman medicación y tienen enfermedades crónicas como hipertensión o diabetes.

Además, se deberá poner especial atención cuando practicamos ejercicio físico, si trabajamos al aire libre o cuando tenemos una infección vírica con fiebre -sobre todo los niños- o una afección intestinal que no haga perder líquido rápidamente, como una diarrea. En este caso, será conveniente tomar suero rehidratante.