Empezar a hacer ejercicio, dejar el móvil aparcado y ponerte a estudiar, ir a nadar a las siete de la mañana en pleno invierno… Detrás de todas estas acciones se esconde nuestra fuerza de voluntad, esa capacidad que nos ayuda a tomar decisiones y no nos deja caer en tentaciones inmediatas.
Si tuviéramos que elegir entre dormir una hora más o levantarnos pronto para ir a nadar al mar mientras amanece, seguramente elegiríamos lo primero, pero cuando eres capaz de vencer al sueño, levantarte y experimentar el beneficio de esa experiencia, te das cuenta de que solo necesitabas un pequeño empujón para ponerte en pie. Y es que realmente no es al sueño lo que tenemos que vencer, sino a la mente cuando empieza a generar resistencias. Y, justo en ese instante, la fuerza de voluntad sale al rescate para recordarte lo que realmente es importante para ti.
Y, si bien es cierto que hay ocasiones en las que no sabemos de dónde sacarla, cada uno de nosotros puede cultivarla y entrenarla para ponerla al servicio de nuestros objetivos, rutinas, acciones o proyectos.
El estar rodeado de tentaciones a las que podemos acceder fácilmente y que además nos van a repercutir un gran beneficio, hace que nos alejemos de lo que nos conlleva algo más de esfuerzo. Como consecuencia, dejamos de entrenar nuestra fuerza de voluntad.
Es en estos momentos donde se hace necesario tirar de autocontrol para dejar de lado esas actividades que solo nos llevan a un entretenimiento fácil a corto plazo y poner foco en esos objetivos a medio y largo plazo que son los que realmente nos aportarán un verdadero provecho y que dan un sentido real a nuestra vida.
El escenario ideal sería el anteriormente descrito, pero vamos a ser realistas: a veces la fuerza de voluntad parece que ha desaparecido y que no hay manera de volver a recuperarla. Y es que es importante reconocer que, como todo recurso, este también puede ser limitado. Muchas veces empezamos el día con más energía y motivación, pero a medida que van pasando las horas vemos cómo nuestra fuerza de voluntad empieza a agotarse, lo que es totalmente normal. Factores como el estrés, las prisas o poner energía en cosas que no nos corresponden hacen que nuestros depósitos de voluntad y motivación se agoten. Y aquí puede surgir la frustración al ver cómo nos hemos alejado de nuestras metas por dar importancia a cosas menos relevantes.
La gestión emocional de la frustración junto con la motivación es un elemento importante cuando hablamos de fuerza de voluntad, ya que en muchas ocasiones caeremos en la tentación del beneficio inmediato y fallaremos. Por ello, aprender a tratarnos con amabilidad y cariño ante discursos mentales que ponen en duda nuestra capacidad es necesario si no queremos desmotivarnos y tirar la toalla de forma definitiva.
Cuando nos damos cuenta de que la fuerza de voluntad es una capacidad que podemos entrenar, solo nos queda pasar a la acción para poder llenar nuestras reservas y, así, poder contar con ella cuando la necesitemos.
Para ello, es primordial aprender de cómo actuamos cuando estamos delante de retos, qué nos decimos, cómo nos lo decimos, qué frases utilizamos que nos motiven, qué nos sirve y qué no… Es importante poner consciencia y, sobre todo, reconocer nuestra verdadera intención cuando hacemos o dejamos de hacer algo.
Esto nos lleva a conectar con lo que realmente es importante para nosotros y valorar el beneficio a largo plazo que obtendremos cuando lo consigamos, dejando de lado el provecho inmediato y siendo capaces de visualizar algo que todavía no podemos tocar.
Todos tenemos fuerza de voluntad, pero es necesario entrenarla como un músculo y cultivarla como un pequeño jardín cada día; acogiendo que vamos a estar rodeados de tentaciones que nos harán dudar de nuestras verdaderas intenciones, pero que, a pesar de ello, podemos conectar con esa fuerza interior que nos lleva y nos guía hacia ese beneficio mayor.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.