Con vaqueros
Un mix inesperado es llevar las chanclas con un pantalón vaquero largo. Carolyn Bessette-Kennedy ya lo llevaba por las calles de Nueva York, con un pañuelo al pelo y una camiseta de manga larga negra. Un ejemplo muy útil para una mañana nublada o cuando baja la temperatura a última hora del día. Lo más importantes es la elección del top, la parte suerior marcará la formalidad del look. Una blusa sin tirantes, estilo palabra de honor, con un collar resultará más elegante cuando caiga el sol.
Para la noche
¿Quién dice que no se pueden llevar para una velada nocturna? Combinadas con un vestido corto o una minifalda, las chanclas serán la clave para aguantar toda la noche. Sustituir las típicas de goma, por unas en acabado de piel es el secreto de muchas. The Row, la marca de Mary-Kate y Ashley Olsen, fue la primera en poner este estilo bajo el foco. Estas de Mango, de nueva colección por 39,99 euros, son la versión más clásica. Pero, también es posible apostar por unas con detalles más especiales, como las atadas al tobillo o con pedrería.
Estilo sastre
Esta fórmula consiste en mezclar un elemento tan casual como las chanclas, con una prenda más elevada como una americana o unos pantalones de traje. El objetivo es equilibrar el lado más formal con un accesorio menos arreglado. En este look, las flip-flops de dedo también se pueden intercambiar por unas ugly-sandals o unas cangrejeras, ambas en tendencia. Llevando el traje de oficina a un nivel más veraniego, elegir las prendas en un tejido más fresco como el lino es otra posibilidad.
En un total look
Una apuesta segura es combinar las chanclas con un conjunto de dos piezas en un solo color. Esta opción es cómoda y casual, al igual que no requiere complicaciones a la hora de mezclar prendas. La clave estará en el minimalismo, un conjunto bañado de un solo tono brinda la posibilidad de arriesgar más en los accesorios. Además, si nos decantamos por el negro, el resultado será sofisticado y versátil, tanto para el día como para la noche.
Con un vestido de invitada
Si algo hemos aprendido de esta tendencia es que arriesgar no es sinónimo de incomodidad. Las más atrevidas reutilizan un vestido formal, posiblemente que han llevado a una boda o una ocasión protocolaria, con las chanclas menos arregladas. Además, esta alternativa permite lanzarse con unos zapatos de colores y coordinarlos con el vestido. De forma divertida, esta tendencia adapta una pieza única a la rutina. Vestidos de satén o con estampados florales son muy recurrentes en la estación estival.
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