Dormita el ViveMenorca en la situación pretendida y soñada, con la opción de resolver su retorno a la ACB en Bintaufa y proveniente el equipo de realizar la más grandiosa exhibición de entereza y juego que en meses se le recuerda. Luego de arrasar al Ford Burgos en su supuestamente improfanable El Plantío asestándole un golpe de fundamentada naturaleza definitoria para equilibrar el guarismo de la serie (2-2), al grupo de Olmos le resta ahora y únicamente propinar a los de Casadevall la estocada final, la misma que le permita certificar su reingreso en la primera liga nacional y de Europa, y por elevación abrazar lo máximo, como consiguió hacer un lustro atrás rebasando por ese entonces al León (hoy, Pavelló Menorca, 19.00 horas, IB3 Televisió).
No ha sido un año sencillo. Dibujó este Menorca convocado a hacer historia algunas resaltables y vigorosas secuencias desde el albor del curso hasta entrado enero. Liderato y clasificación para la Copa se entendieron como pasos lógicos debido al brillante trayecto hilvanado. Un ligero bache de juego, vinculado con el estreno de 2010 y la disputa y pérdida de la cita copera en y ante Melilla, derivó en una sangrante crisis de resultados que repletó de vacilaciones en su entorno. Añadió a eso el Menorca la lesión de su líder y jefe, Diego Ciorciari. Se sobrepuso a todo.
Recuperó su línea de triunfos, pasó del sexto al tercer lugar al término de la regular, eliminó a Breogán y al favorito La Laguna en las dos rondas iniciales de play off y en la decisiva ha sido capaz de levantar un match ball que albergaba dificultades notorias. La grandiosidad de juego que mostró Menorca en Burgos el anterior viernes reclama continuidad ahora en la etapa última.
Sin embargo, y como la historia contempla una innumerable colección de maracanazos (expresión de uso automatizada en las competiciones deportivas por la victoria de Uruguay en el Mundial de fútbol de 1950 sobre Brasil en Maracaná), y el mismo contexto LEB alberga diversos en su album de recuerdos, nadie en el seno del Menorca y su entorno se ha lanzado a una euforia desmedida y que aún hoy no dispone razón de ser. «No hemos hecho nada, hay que vencer uno más», avisaba Olmos nada más aterrizar ayer en Maó al volver de la plaza castellana.
Así, basta con evocar a un pasado muy reciente, fechado en el segundo partido de esta serie, para comprobar que el último partido jugado en Maó lo ganó Burgos, que al igual que alzó su orgullo tras ser claramente batido en la cita que inauguró la final, tratará de emular tan próxima gesta y detonar la festividad que augura en la Isla para la noche de hoy. Aunque los condicionantes abundan más ahora en contra castellana. Afectados seriamente en su ánimo tras ceder el cuarto punto (sobrecogedora la imagen de Manu Gómez, inundado su rostro en lágrimas luego de producirse el 2-2) y también por la lesión de su base y cerebro, Chris Hernández, al equipo de Casadevall, que ha desperdiciado igualmente el efecto El Plantío, le queda aferrarse a un despertar de Morley, a que Corrales repita la actuación del tercer día o que su batería de interiores restablezca la convicción acreditada en varios intervalos de una serie que asegura al que domina la batalla en la zona un elevado ramillete de posibilidades de vencer. Y el Menorca replicará con sus acostumbrados argumentos. Defensa, transición, rotación (aunque Turner dificilmente vaya a jugar) y el factor Bintaufa, que debe rememorar sus mejores instantes para motivar más si cabe a un grupo diseñado y llamado para la gloria.
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