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El nuevo catálogo de intenciones de Guillem Boscana y el Bahía San Agustín ya está sobre la mesa. Realizada la criba, Félix Alonso tiene la misión de convencer a Huertas, Bivià, Joan Tomàs, Jawara y Lanegger para dar forma a la columna vertebral del futuro Palma. Tras ello, tocará rellenar la carcasa de un vestuario que prescinde de referencias como Medori, Mockford y, especialmente Fornas, para iniciar una nueva etapa.

Pendientes de Iberostar y del mercado, el optimismo parece haberse adueñado de la entidad y su entorno. El lleno en la despedida de Son Moix evidencia que la afición al baloncesto existe. Pero debe saber movilizarse, canalizarse cada quince días hacia la grada y dar ese paso al frente que, a nivel social, pero también de estructura de club, debe darse para aunar fuerzas y capitalizar el sueño de toda una isla.

Hablar de ACB sigue sonando fuerte, pero la experiencia vivida los últimos meses, que estuvo a punto de dar al traste con una década de trabajo y progresión en categorías nacionales, debe servir para valorar en su justa medida lo que supone la LEB Oro. A base de insistir y crecer, tal vez algún día llegará el momento de dar ese salto. Palencia, Melilla o Burgos, aunque solo los últimos los consumaron, rompieron esa barrera. ¿Y por qué no Palma?