Los Lakers son junto a los Boston Celtics la franquicia con más anillos de la historia (17), pero ahora los californianos podrán presumir de que también tienen la primera NBA Cup en sus vitrinas tras el estreno de este torneo con el que la NBA ha experimentado con el formato de copa. Este título llegó además con un suculento premio extra para los jugadores de los Lakers, ya que cada uno se embolsará medio millón de dólares por ganar la final.
La victoria adorna aún más la impresionante carrera de LeBron, que sigue sumando hitos a una trayectoria de oro y brillantes. El máximo anotador de la historia de la NBA, ya en su temporada número 21 y a tres semanas de cumplir 39 años, consiguió 24 puntos, 11 rebotes y 4 asistencias.
Pero 'King James' le debe un parte muy importante de este triunfo en la final a Davis, un titán en ataque y defensa y que se reivindicó con mayúsculas en una actuación memorable de 41 puntos (16 de 24 en tiros), 20 rebotes, 5 asistencias y 4 tapones.
Además, Austin Reaves, que llegó enfermo al encuentro, brilló con 28 puntos en la segunda unidad en el enésimo ejemplo del ADN campeón, la ambición y el espíritu competitivo a lo largo de la historia de los Lakers, que acabaron el torneo con un pleno de siete triunfos en siete partidos.
Por su parte, estos jóvenes y arrebatadores Pacers no pudieron culminar su hazaña tras deslumbrar en esta copa con un baloncesto ultraofensivo, a tope de revoluciones y con un ritmo extenuante. Tyrese Haliburton, la gran sensación de este torneo pese a la derrota, no pudo imponer su ley y acabó con 20 puntos y 11 asistencias. Los Pacers sufrieron una barbaridad en la pintura (86 puntos de los Lakers en la zona) y no acabaron con su sequía ya que todavía no han ganado un título en la NBA.
El duelo fue muy intenso y asfixiante, con un ritmo entrecortado por las numerosas faltas y con un desacierto alucinante desde el triple (2 de 13 para los Lakers, 10 de 41 para los Pacers).
Inmenso Davis
Con gran presencia de aficionados de los Lakers en las gradas, todas las miradas estaban puestas en LeBron y Haliburton pero el amo del primer cuarto fue un Davis arrollador. El pívot angelino, que peca de intermitencia pero que cuando quiere es uno de los interiores más despiadados de la liga, se hizo gigante en la zona, trituró a todos los que se pusieron por delante y acabó el periodo inicial con 13 puntos y 8 rebotes. A Haliburton se le atragantó la defensa de los Lakers, muy agresiva e insistente desde el arranque. El base no había perdido ni un balón en los dos partidos anteriores pero solo en el primer cuarto perdió dos, ambos robados por LeBron.
Mientras los Lakers se ponían las botas en la pintura (26 puntos y 20 rebotes entre todo el equipo) y no se asustaban de jugar a la endiablada velocidad que propone Indiana, los Pacers encontraron algo de alivio en el perímetro para no descolgarse tras un primer cuarto de prometedoras sensaciones para los californianos (34-29). Reaves, ya uno de los pilares de los Lakers, entró muy inspirado y pisando fuerte como reserva. Pero fue LeBron el que pidió entonces la palabra sacando músculo en la pintura y demostrando que, ya rondando la cuarentena, tiene todavía más potencia, garra y carácter que muchos veinteañeros.
A 3.27 del descanso (52-49), LeBron sumó su tercera falta y un escalofrío recorrió a los de púrpura y oro, ya que suelen ser un equipo ferozmente competitivo con 'King James' en la pista y también un conjunto repleto de dudas sin su líder. Pero al rescate apareció un Reaves eléctrico y voraz, que llegó al descanso con 22 puntos tras deslumbrar con 15 puntos solo en el segundo cuarto.
Con LeBron, Davis y Reaves a pleno rendimiento y un control incontestable de la pintura (52 puntos al descanso), parecía que los Lakers tenían todos los ingredientes para abrir hueco y dejar muy tocados a los Pacers pero se fueron al vestuario con un ajustado 65-60.
¿Las razones? Un asombroso y abultado 21 de 22 en tiros libres para Indiana, que lejos de su versión más explosiva se aferraron a la línea de personal como un salvavidas; y un 0 de 6 de los Lakers desde el triple. «¡Solo cinco puntos! Estamos bien, estamos bien...», decía Haliburton a sus compañeros camino del intermedio. Pero a la vuelta los Pacers no habían tapado su gigantesco agujero en la defensa interior, una herida a la que LeBron siguió echando sal hasta que los Lakers consiguieran el primer +10 de la velada.
La cuarta falta de un Myles Turner totalmente superado por Davis parecía el momento ideal para que los de LeBron metieran una marcha más y se dispararan en el marcador. Sin embargo, el partido seguía con un ritmo muy espeso, con numerosas faltas y con un desacierto desesperante desde el triple (los Lakers no metieron su primer tiro de tres hasta el final del tercer cuarto). Davis pareció además tener molestias físicas, pero aun así tenía suficientes fuerzas como para culminar un gran «alley-oop» servido por LeBron.
Haliburton ofreció algunos chispazos pero ningún compañero daba un paso al frente. De todas formas, un fabuloso triple sobre la bocina de Bennedict Mathurin les dejó todavía con mucha vida para el último cuarto (90-82). Un triple de Obi Toppin y un robo de T.J. McConnell, un agitador tremendamente revoltoso para el banquillo de los Pacers, permitió que los de Rick Carlisle se colocaran a solo tres puntos y con la intención de despegar (92-89 a falta de 10.30).
Pero en cada arremetida de los Pacers, los Lakers se ampararon en un descomunal Davis, que con un gran mate devolvió el +10 para los Lakers y que pegó un grito que se escuchó en todo el desierto de Nevada para confirmar que la franquicia de Los Ángeles iba a levantar su primer título desde el anillo de la 'burbuja' en 2020.
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