El portero del Celta, Sergio Álvarez, despeja un balón dipsarado por Raúl Jiménez, jugador del Atlético. | Reuters

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Atlético 2 - 2 Celta

Atlético de Madrid: Moyá; Juanfran, Miranda, Godín, Ansaldi; Arda, Gabi, Tiago, Koke; Griezmann (Raúl García, m. 67) y Raúl Jiménez (Cerci, m. 81).

Celta de Vigo: Sergio; Hugo Mallo, Cabral, Fontás, Planas; Radoja; Orellana, Álex López (Nolito, m. 46), Krohn Delhi (Jonny, m. 87), Pablo Hernández (Borja Fernández, m. 69); y Larrivey.

Goles: 0-1, m. 20: Pablo Hernández, de tacón en un balón aéreo sobre el área del Atlético. 1-1, m. 32: Miranda remata con el pie un saque de falta de Koke. 2-1, m. 41: Godín, de cabeza a saque de esquina de Gabi. 2-2, m. 52: Nolito, de penalti.

Árbitro: Martínez Munuera (C. Valenciano). Amonestó al local Miranda (m. 51) y a los visitantes Cabral (m. 36) y Radoja (m. 84).

Las paradas decisivas de Sergio Álvarez, el portero del Celta, y un penalti transformado por Nolito frenaron la remontada del Atlético de Madrid, que perdió dos puntos en casa con un empate insuficiente para el conjunto rojiblanco, volcado toda la segunda parte y con ocasiones, pero este sábado indeciso en la defensa.

Una falta de entendimiento originó el 0-1 del equipo celeste, marcado por el chileno Pablo Hernández, y un penalti dio el 2-2 de Nolito. Después de uno y otro tanto, la respuesta del grupo dirigido por el argentino Diego Simeone fue potente, con dos goles de estrategia, dosis de fútbol y bastantes opciones pero sin victoria.

Desde atrás, esa zona de dominio casi inabordable del Atlético la pasada temporada o hace apenas un mes, y desde la posesión, la movilidad y la colocación del Celta se le complicó el partido al conjunto rojiblanco prácticamente desde el inicio, con el equipo visitante como vencedor del primer combate por el medio campo.

El equipo celeste difuminó entonces al Atlético, sometido al control del juego rival, sin más recurso que el balón largo para aprovechar el juego de espaldas del mexicano Raúl Jiménez, la opción elegida para suplir al croata Mario Mandzukic, hasta el 0-1, un gol en contra impensable e imposible hace meses en el área rojiblanca.

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Era el minuto 19, no había pasado nada relevante en ambas metas, apenas un remate de Tiago fuera por centímetros en una buena jugada colectiva de los locales, cuando un balón llovido provocó una inesperada falta de entendimiento en la retaguardia atlética, castigada con un gol de fortuna del chileno Pablo Hernández (0-1).

El uruguayo Diego Godín, siempre de altísima fiabilidad, aguardó la salida de Miguel Ángel Moyá más pendiente del guardameta que de incomodar al atacante rival; el portero intuyó y esperó la llegada de la pelota y, entre tanto, Pablo Hernández lanzó la pierna por si acaso, con la fortuna de que la golpeó con el tacón hacia el gol.

En media ocasión, el Celta tomó ventaja en el Vicente Calderón hasta la reacción del Atlético, lanzada por el francés Antoine Griezmann. Es un futbolista incontestable multiplicado con la pelota, agarrado a su inteligencia para el desmarque, a su velocidad, a su conducción y, sobre todo, al fútbol de sus botas.

Los dos últimos encuentros entró en la última media hora, con un impacto indiscutible en el juego del Atlético; hoy volvió al once y, cuando asumió el protagonismo, desbordó al Celta, como conductor, como asistente, como rematador... Tres jugadas suyas, una con un pase maravilloso con el exterior de la zurda a la entrada de Ansaldi, aceleraron a su equipo con ocasiones hacia la remontada.

La consiguió el Atlético, eso sí, desde la estrategia. Ha marcado seis de sus diez goles de este ejercicio con esa fórmula, tan temida por los rivales y tan productiva para el equipo rojiblanco, que dio la vuelta al marcador a balón parado en nueve minutos, entre el 32 y el 41, en ese abanico infinito de acciones con la pelota quieta.

El 1-1 lo marcó el brasileño Joao Miranda, con un remate con el pie a un servicio de Koke de falta desde la banda derecha que se fue cerrando hacia la portería hasta el toque del central; el 2-1 lo cabeceó con potencia Godín a lanzamiento desde la esquina de Gabi. El Atlético, en ese momento, ya era mejor en juego y oportunidades.

Pero la vuelta de los vestuarios demostró que el partido aún estaba muy vivo, que había mucho que discutir por los tres puntos. Lo apuntó una subida de Hugo Mallo, detenida por Moyá, y lo confirmó Nolito. El atacante, de inicio suplente, salió en el descanso y firmó el 2-2 en un penalti de Miranda sobre Planas en el minuto 52.

Superado el lapsus de los primeros minutos del segundo tiempo, el Atlético retomó el pulso al duelo, por momento un asedio sobre la portería del Celta, arrinconado por el empuje del equipo madrileño, volcado sobre el área visitante, con un gol anulado a Raúl Jiménez y con desequilibrantes conexiones entre Griezmann, Koke o Arda Turan.

Sorprendió entonces la sustitución del internacional francés, lo mejor del Atlético en ataque. Cambió Simeone su velocidad y fútbol por remate, con la entrada de Raúl García, y chocó el equipo rojiblanco con el portero Sergio, insuperable para Raúl Jiménez, Koke y Tiago, y la figura que restó dos puntos a los rojiblancos.