La plantilla del Mallorca ha dejado de competir en los partidos, pero además, ha protagonizado errores garrafales. El entrenador debe tomar nota de sus indecisiones y ser más práctico. | Teresa Ayuga

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La crisis de resultados y de juego que sufre el Real Mallorca deben solucionarla el entrenador y los futbolistas. A día de hoy Nanu Soler sigue de entrenador porque desde la institución la opinión generalizada es que su despido no garantiza ninguna solución. Por lo tanto, la reacción debe producirse desde dentro y la debe abanderarla el entrenador ayudado por lo propios futbolistas.

¿Va a quedarse de manos cruzados el club? Para nada. Esta semana se presume larga e intensa y desde la dirección deportiva y la propiedad van a darse los pasos que sean necesarios para que los futbolistas entiendan la realidad de la situación.

Soler va a tener también que tomar nota. No saldrá indemne de la crisis porque gran parte de culpa la tiene él. El mensaje inicial es claro: quien tiene que arreglar este estropicio es el entrenador y para ello tiene que hacer un ejercicio de autocrítica y llevar a cabo pequeñas modificaciones en su libro de estilo para dotar al equipo de más carácter.

Nombrar un nuevo capitán, con más carisma que Joao y más galones en el vestuario y estudiar si en el filial e incluso en el juvenil puede existir algún elemento que sirva de revulsivo, serán otras de las ideas a plantear para intentar dar un mensaje al vestuario: si las ‘vacas sagradas' no dan el tipo hay que echar mano de los escalafones inferiores. Ahora mismo no hay otra solución y tal vez cuando algún jugador del primer equipo vea peligrar su ‘statuts', entonces se producirá una reacción realmente eficaz.