Imagen del técnico del Poblense, Óscar Troya, en la banda del Municipal de sa Pobla. | Miquel Alzamora

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Un entrenador vive siempre pendiete de tomar decisiones. El once titular, el banquillo, los descartes, el sistema... Es el caso de Óscar Troya Molina (Palma, 1978), entrenador de Poblense y uno de los técnicos baleares con un gran futuro por delante. Ascendió con el Llosetense a Segunda División B y desde hace cuatro temporadas dirige los destinos del primer equipo azulgrana cuya meta es precisamente situarlo en la categoría de bronce. No va por mal camino.

—¿Qué significa entrenar al Poblense?
—Aquí huele a fútbol. Ya me daba cuenta cuando jugaba de visitante y bajaba por el túnel de vestuarios. Es una responsabilidad muy grande porque uno tiene que valorar que está en uno de los mejores clubes de Tercera División. Es una entidad con una historia enorme, con un gran futuro y un presente muy bueno. Lo disfruto, pero sé de la responsabilidad porque el Poblense siempre tiene que estar arriba.

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—¿El Poblense está bien edificado para confeccionar un hipotético proyecto en Segunda B?
—Sin duda. Nos falta eso sí meter 2.000 personas en las gradas cada semana, pero a nivel de club, de jugadores, de directiva...todos estamos preparados. Nos falta que la masa social crezca.

—Por su parte no queda ni por la parte de la directiva encabezada por Miquel Molondro. Más no pueden hacer.
—Creo que no es tema de fútbol. A nivel social la Isla te da muchas opciones y mucha gente no se acerca a ver la Tercera División más competitiva que he conocido en estos últimos ochos años. Esta competición es muy atractiva este año.

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