Tras empezar en el Petra, jugar en el Manacor y el Mallorca, en verano cerró un ciclo de cuatro años en la cantera del Barça y, pese a tener en su historial reciente una lesión de rodilla, firmó hasta 2024 con una entidad que tiene en su vestuario a una notable colección de joyas. Después de una rápida adaptación al idioma -va a clases de inglés y se maneja con el alemán-, a la vida en Dortmund y al día a día de un grande, ve cerca la posibilidad de estrenarse. «Doy siempre el 200% para estar preparado. Sé que la espera valdrá la pena», analiza.
En esta manera de asumir su rol en un equipo en el que compite por el puesto con Achraf o Piszczek y a través del móvil se filtra una mezcla de ilusión, claridad de ideas y ganas de trabajar que permiten entender cómo no le pesa pasar del juvenil del Barça a codearse con campeones del mundo como Reus, Götze o Hummels en un referente del fútbol europeo. Su carrera ha ido tan rápida como sus internadas por la banda derecha con las que deslumbró en la Euro sub 17 en la que se colgó el oro.
Superada la adaptación, ahora se acostumbra al fútbol postcoronavirus. Sin público, con cinco cambios, mascarillas y distancias en el banquillo o los abrazos justos para celebrar un gol, Mateu Jaume -le gusta que se use su nombre completo porque es el de sus dos abuelos- lo tiene claro: «Es diferente y siempre habrá alguien dispuesto a criticar, pero es la situación que nos ha tocado, con sus pros y sus contras, y al final somos once contra once y un balón».
Eso sí, remarca que lo que se ha mace más «extraño» es jugar sin gente. «Los aficionados lo son todo, los que te dan el empujón que necesitas, pero no queda otra que adaptarse», comenta tras saber como pone la carne de gallina el ‘Muro Amarillo', la Sudtribune en la que se desgañitan 25.000 aficionados de los 80.000 que caben en el Signal Iduna Park. «Es algo espectacular. Tenemos la mejor afición de Europa», dice.
En Alemania apenas pararon los entrenamientos diez días y con un confinamiento menos restrictivo que en España. No tuvo miedo y siempre estuvo tranquilo, aunque al principio sí se le hizo «muy raro» mantener las distancias con los compañeros, entre ellos, dos perlas como Erling Haaland o Jadon Sancho. «Llevan todo lo lo que les envuelve con naturalidad. Son dos auténticos cracks que aportan todo lo que tienen al equipo. Estar con ellos te hace mejor, hace que te exijas y al mismo tiempo ellos también se exige», afirma.
Habla maravillas del Dortmund, referente deportivo de una ciudad pequeña (580.000 habitantes) en la que echa de menos a la familia, los amigos y el sol pero en la que dará mucho que hablar.
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