Tras anunciar en Twitter la muerte de Cantatore, el Real Valladolid ha recordado en su web la figura de «Don Vicente», quien para gran parte de la afición del equipo ha sido «el mejor entrenador de la historia blanquivioleta», junto con Antonio Barrios, y por ello ambos recibieron la insignia de oro y brillantes del club.
De padres italianos, argentino de nacimiento y chileno de corazón y nacionalidad, Cantatore (Rosario (Argentina), 1935- Valladolid, 2021) vivió sus últimos años en La Cistérniga, municipio del alfoz Valladolid, con su hijo Marcelo y su familia, tras el fallecimiento de su esposa y auténtico amor de su vida, Nelly Erbetta, cuando tenía 76 años.
El club ha recordado que la melancolía por la pérdida de su esposa y la lucha contra el alzheimer marcaron su final, alejado del mundanal ruino de la fama, aunque la afición del Pucela y el club siempre trataron de hacerle llegar su inmenso cariño con un homenaje multitudinario que su enfermedad desaconsejaba.
Con Cantatore se va una parte muy importante de la historia del Real Valladolid, ya que se mantuvo como entrenador durante siete temporadas diferentes, todas ellas en Primera y, con él en el banquillo, el equipo sumó el 50% de los puntos en juego.
Más allá de los números, el aficionado blanquivioleta que disfrutó con Vicente Cantatore en el banquillo de Zorrilla en dos décadas diferentes (80 y 90), idolatra a Don Vicente, quien llevó al equipo a disputar una final de la Copa del Rey y la clasificación para la Recopa de Europa y la Copa UEFA.
Su salida del club fue traumática, con la única destitución de un entrenador en la historia del fútbol radiada en directo para toda España en el programa Supergarcía, en septiembre de 1997 -dos días después de ser aclamado en la Plaza Mayor por los vallisoletanos mientras daba el pregón de las fiestas de la ciudad-.
La misma, tal y como se explica en la web del club, tuvo su origen en el desencuentro con los directivos de la entidad en aquel momento, los hermanos Fernández Fermoselle, aunque no era una situación nueva para la fuerte personalidad de Cantatore, que ya había dimitido, por diferentes razones, en otros clubes, como el Audax Italiano, o el propio Real Valladolid en el año 87/88.
En esa ocasión, con Gonzalo Alonso al frente de la entidad, blanquivioleta, Cantatore dirigió el primer partido de Liga y dejó un equipo que, según su criterio, no se había reforzado de la forma conveniente.
Ramón Martínez, gerente blanquivioleta, año y medio antes de aquella dimisión, había sido el artífice de su fichaje, ya que era un amante del fútbol sudamericano, y conocía la brillante labor de Vicente Cantatore en el Cobreloa chileno, al que llevó al título en dos ocasiones (1980 y 1982) y hasta el final de la Copa Libertadores en 1981 y 1982.
Cantatore, reconocido por la afición de Cobreloa como el mejor director técnico de toda la historia del club minero, fue nombrado seleccionador chileno en 1984, pero tras un partido presentó su dimisión por desavenencias con la Federación de Chile y Ramón Martínez apostó muy fuerte para traerle a España.
En su primera temporada en Valladolid, la 85/86, el equipo quedó en una cómoda décima plaza, posición que repetiría en la campaña siguiente con Azkargorta en el banquillo, tras la dimisión de Cantatore anteriormente citada.
Pero al final de esta campaña 86/87, Miguel Ángel Pérez viajó a Chile y convenció a Vicente Cantatore para que volviera a hacerse cargo del Pucela, al que aupó a la octava posición en la Liga 87/88 y la sexta en la 88/89, con la guinda de la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid en el Vicente Calderón y, como premio, el billete para la competición europea (Recopa).
Tras aquella final de la Copa del Rey, Cantatore puso punto final a su segunda etapa en el Real Valladolid para fichar por el Sevilla F.C.
Seis años y medio tuvieron que pasar para que Cantatore y el Real Valladolid se reencontraran. Durante los mismos, el técnico pasó por el Sevilla, Universidad Católica, Rosario Central, Colo Colo y C.D. Tenerife, y seis meses sabáticos, mientras que el Real Valladolid había vivido el descenso a Segunda, la conversión del Club en SAD, el ascenso a Primera, una promoción de permanencia con el Toledo y una permanencia en los despachos.
El 31 de enero de 1996, el Real Valladolid fichó de nuevo a Vicente Cantatore en una situación nueva para él porque llegó como «salvador» de un equipo desahuciado, que era farolillo rojo, a seis puntos de la salvación y logró el milagro, cerrando la temporada con el inolvidable 3-8 en Oviedo, un 3-1 en casa ante el Real Betis y una celebración por todo lo alto en la Plaza Mayor.
La temporada siguiente, la 96/97, fue la última grande del Real Valladolid en Primera División, tras quedar séptimo y clasificarse para la Copa de la UEFA, aunque en la siguiente campaña, justo en la víspera del debut europeo blanquivioleta, llegó la ya comentada destitución en las ondas, suceso que, de alguna forma, junto a la muerte del presidente Marcos Fernández, tan sólo unos meses después, marcó el devenir del Real Valladolid.
Después de dirigir al Pucela en su tercera y última etapa, Cantatore entrenó al Sporting de Lisboa, al C.D. Tenerife y al Sporting de Gijón. Y en este último, tras cuestionar la directiva la labor del preparador físico, su hijo Marcelo, «sintió que ese gesto no era sino una desconfianza hacia su labor y dimitió para no volver a entrenar más. Genio y figura del banquillo hasta el final», ha recordado el club vallisoletano.
«Descanse en Paz Don Vicente Cantatore», concluye el resumen realizado por el Real Valladolid, que demuestra la gratitud de un club hacia un técnico que dio grandes momentos de gloria y que unió a la afición como nunca entorno a su figura, a ese hombre de carácter, luchador, con principios, afable y cercano también.
2 comentarios
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D.E.P. Ahora estará mejor.
A finales de los 80 dirigió a un buen Valladolid, que tenía en sus filas a grandes jugadores, como Fenoy, Hierro (luego capitán del Madrid y Selección), Minguela, Moya (luego jugador del Mallorca), Onésimo...RIP, Don Vicente.