El gol de Joao Félix en el minuto 86 -dos toques con la derecha para conectar un tercero, el del tiro, desde fuera del área, lejos del alcance de David de Gea- expresó la determinación de un futbolista del que aún se aguarda su explosión definitiva, pero del que nadie duda de sus condiciones y su talento para ser todo lo que quiera. En ello está. Ha demostrado fases de su incontestable fútbol en tres años. Le falta agrandarlo con constancia para ser aún mejor.
El partido no fue un amistoso al uso. El ritmo, la tensión (incluso hubo un amago de tangana por un feo gesto con el codo de McTominay para impedir la salida de Jan Oblak, que luego dejó la pierna, o la expulsión final de Fred), las infracciones y la ambición de los dos bloques delataron que no era un simple encuentro veraniego. El espíritu competitivo de ambos no admite términos medios. Y mucho menos, el Atlético de Simeone.
El Sevilla, por su parte, no tuvo ningún tipo de reacción y fue incapaz de pelear contra un Arsenal mucho más rodado. Saka abrió el marcador con un penalti discutible de Rekik, pero ahí el Sevilla desapareció. En 20 minutos, conjunto sevillano iba perdiendo 4-0, con dos dianas de Saka y otras dos de Gabriel Jesús.
En la segunda mitad, los de Lopetegui salieron con ganas de mejorar su imagen, pero la realidad fue que durante los 90 minutos el Sevilla no tiró entre los tres palos. Lopetegui decidió dar entrada a varios canteranos y reservar fuerzas para el duelo de este domingo ante el Leicester.
En el tramo final del choque y con un Sevilla que seguía sin encontrarse, Gabriel Jesús completaba su triplete y Nketiah cerró la goleada para certificar que la venta de sus centrales titulares, Diego Carlos y Koundé, ha debilitado sobremanera al plantel que adiestra Julen Lopetegui.
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