Inglaterra aún no convence. No lo hizo contra Serbia, al que superó con un cabezazo de Jude Bellingham y poco más, agarrado finalmente a las paradas de Jordan Pickford. Ganó 1-0. Tampoco contra Dinamarca, a la que se adelantó en el minuto 18, con una subida de Kyle Walker que, tras un rebote, cayó en Harry Kane. El goleador la empujó a gol. Sin oposición.
Era entonces cuanto el grupo dirigido por Gareth Southgate se sentía superior, sobre todo sin inquietudes atrás, lejos aún de lo que debe proponerse en el juego. La fórmula de nuevo inicial con Kane, Bellingham, Saka y Foden, de menos a más, tampoco funcionó del todo, como ocurrió ante Serbia, en cuanto pasaron los minutos, en cuanto Dinamarca se rebeló.
Como contra Serbia, Inglaterra cedió terreno. Como el pasado domingo, jugó con fuego. Ni controló el partido ni manejó el medio campo ni atacó apenas en un tramo del primer tiempo que lo expuso directamente al daño. Y la selección danesa, semifinalista en la Eurocopa 2021, precisamente contra su rival de este jueves, también tiene pegada.
De repente, pero no tanto, avisada estaba ya Inglaterra, cuando Morten Hjulmand soltó un potente tiro desde unos 30 metros, directo a gol, inalcanzable para la estirada de Pickford. A nadie le extrañó el 1-1 del futbolista del Sporting de Lisboa. A nadie le resultó inesperado el empate, tal y como se movía el conjunto inglés, tal y como presionaba el equipo danés. Otro gol más desde fuera del área, el decimotercero en estos primeros pasos de la Eurocopa.
En ese filo, el partido era impredecible. Cierto que la selección inglesa tiene tanta destreza individual en sus innumerables recursos que cualquier detalle puede cambiar el duelo, como el remate al poste de Foden en el comienzo de la segunda parte; tan cierto como que Dinamarca también se presentó con prometedoras opciones en torno al área contraria.
Necesita mucho más Inglaterra, entre las expectativas que lanzan sus nombres en la convocatoria y en el once titular y las dudas que desprende cada lance hasta ahora en esta Eurocopa. Trent Alexander Arnold, como medio centro, fue el primer cambio. En su lugar entró Conor Gallagher. Tampoco funcionó Declan Rice, que es un factor esencial.
En el minuto 69, la renovación fue más profunda: fuera Foden, Saka y Kane; dentro Bowen, Ollie Watkins y Eze. Otras características, otras circunstancias.
Probó de nuevo Hojbjerg a Pickford, antes Watkins a Kasper Schmeichel, en un partido en vilo. Para Inglaterra. Y para Dinamarca. El empate entre Eslovenia y Serbia horas antes, sin embargo, les daba un margen. Más al conjunto británico, en su permanencia al frente del grupo para la última jornada, pero también era un riesgo no cerrar aún la clasificación, más aún en los decepcionantes parámetros que está jugando la selección inglesa.
Dinamarca aumentó la ofensiva, metro a metro, tiro a tiro, mientras Southgate pedía cabeza. No era sólo una cuestión de eso, sino de fútbol, intensidad, planteamiento, mecanismos colectivos... De muchos de los aspectos fundamentales que conforman un equipo, incluida la ambición, mucho más presente en el equipo danés que en un teórico favorito como Inglaterra, con Cole Palmer de nuevo infrautilizado en el banquillo.
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