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Berlín asistió al nacimiento de una nueva hazaña de la selección española. Quizás de la mayor gesta que haya logrado jamás un combinado nacional en un torneo del máximo nivel. España conquistó la Eurocopa después de enterrar a todos los campeones del mundo del continente. Italia, Alemania, Francia e Inglaterra han caído en el foso cavado por los niños de Luis de la Fuente. Un grupo de amigos que se presentó a Alemania con timidez y sin demasiadas pretensiones y que sale coronada como la mejor selección de Europa y, además, con el título bajo el brazo...

Esta selección ya es inmortal. Desde Luis de la Fuente hasta Remiro, este equipo ha vuelto a ilusionar a una afición que vivió una de las noches más inolvidables de la historia. La hinchada llenó plazas y vació calles. Se emocionó cuando marcó Nico Williams, se puso las manos en la cara cuando Cole Palmer empató. Y estalló como aquellas noches en Viena, Johannesburgo, Kiev...

Oyarzabal sucedió a Fernando Torres y a Iniesta como los héroes de todo un país que se ha ido contagiando poco a poco de una ilusión desbordante durante este mes inolvidable. Son los reyes de Europa. Esta generación liderada por los más jóvenes Lamine y Nico, arropados por Rodri, Fabián o Dani Olmo, y con un seleccionador que prefiere estar en segunda fila que acaparar los focos. España vuelve a ser inmortal.