El madrugón prometía. Al menos, climatológicamente. Poco después de las 6 de la mañana, el sol ya picaba sobre el Odaiba Marine Park, la humedad en el aire superaba el 68% y la temperatura del agua se acercaba a los 29 grados centígrados. Unas condiciones que ponían a prueba la capacidad de sufrimiento de los triatletas, que tenían enfrente, además del exigente recorrido y a los mejores del mundo, un rival tan esperado como añadido: la climatología.
Vincent Louis, Jonathan Brownlee y Henri Schoeman se dejaban ver de inicio en las posiciones de cabeza en el segmento de natación, intentando arañar segundos a rivales directos como Mola, que perseguía salir del agua lo más adelante posible para evitar males mayores y encarar el segundo sector con margen de recuperación.
De inicio ya marcó distancias Vincent Luis (11:13), con Schoeman pegado, Brownlee a la estela tras el primer tramo de agua (950 metros), en el que Gómez Noya, Alarza y Mario Mola (puesto 42, a 25 segundos) ya cedían margen respecto al grupo delantero, en el que calidad había de sobra.
Tocaba remontar, o al menos minimizar los daños de la natación en los 550 metros restantes. La desventaja fue creciendo y el primer corte permitió abrir una brecha peligrosa, con 40 kilómetros de ciclismo por delante. Los tres españoles salieron de la mano, en el grupo trasero, cediendo Mola 42 segundos.
La nómina de integrantes del grupo de cabeza asustaba. Luis, Schoeman, Brownlee, Van Riel. Pero Mola y Noya recortaron unos segundos, desde un tercer grupo, con el gallego y el mallorquín entendiéndose para intentar remontar segundos y posiciones. Fue Mario el que asumió la responsabilidad, pues cada giro podía ser decisivo para acercarse a los líderes, que sabían del potencial de la TriArmada.
La remontada era posible, y de los 35 segundos de la segunda vuelta se pasó a los 29 en la tercera. Con el segundo grupo a punto de conectar con cabeza de carrera y, por detrás, Mola y Gómez Noya tirando para multiplicar sus opciones en caso de unificación de la carrera. Un escenario para nada descartable.
A 18 segundos rebasaban el ecuador del segmento y la conexión con los de delante era casi un hecho. Un esfuerzo titánico tras el que tocaba dosificar energías con más de medio segmento por delante y la esperanza de la carrera a pie como gran argumento de Mario Mola, agazapado y recuperando en la cola junto a Alarza y Noya.
Todo se iba a jugar en los 10 kilómetros de carrera a pie y la cosa pintaba mucho mejor para Mola y los españoles, que necesitaban entrar bien posicionados en la transición final para intentar asaltar la cabeza de la carrera.
Brownlee y Lee enseguida enfilaron la salida de la transición, con Mola bien posicionado en los primeros metros de los 10.000 que podrían ser los más decisivos de su carrera deportiva. El balear lideraba un segundo grupo, ligeramente descolgado, mientras Yee y Blummenfelt endurecían el ritmo en cabeza.
Por detrás, Alarza tiraba de Noya y Mola, cuyo rostro no emitía por entonces las mejores sensaciones, a la par que el británico Yee estiraba el grupo delantero para hacer sufrir a sus compañeros e incluso descolgaba a Vincent Luis. Por detrás Noya explotaba y Mola lo intentaba con las energías que le quedaban, con mejor rostro y ritmo que en el arranque.
Yee, el neozelandés Wilde y Blummenfelt eran los que mejores sensaciones emitían en el momento en que todos esperaban el ataque definitivo por el oro. Se fueron los tres a por él, pero el noruego Blummenfelt fue el más fuerte, colgándose el oro en un final de vértigo (1:45:04), relegando a la plata al británico Yee y al bronce al neozelandés Wilde. Mario Mola volvió a ser el primer español, pero ni tan solo pudo atrapar el premio de consolación del diploma, en una sufrida décima plaza.
1 comentario
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Una pena, aunque con suerte estas serán las olimpiadas del cambio de ciclo, si es que lo hay, ya que España, como en muchas otras cosas salvo en furbo, inversión en deporte poca, muy poca, es mejor invertir y subvencionar otro tipo de asociaciones más...llamémoslas..."sociales"