Héctor Cúper, siempre lacónico, no se excede en explicaciones y
argumentos cuando es interrogado por el secreto del Mallorca.
Apunta al trabajo diario y al ir tapando los agujeros que dejan sus
rivales. Lo cierto es que el balompié nacional sigue sorprendido y
admirado ante la solvencia del grupo balear. Las claves: una
pretemporada extremadamente dura, la disciplina y el orden sobre el
terreno de juego, el método, la capacidad de repliegue, las jugadas
de estrategia y la solidez defensiva han permitido al conjunto
mallorquín instalarse en la cima de la tabla clasificatoria.
El cuadro bermellón basa todo su potencial en el periodo
estival. Juan Manuel Alfano prepara a conciencia dos meses de
actividad frenética encaminados a que los jugadores aguanten hasta
el parón navideño al máximo nivel.
Luego, el turno es de Cúper. El técnico argentino se encarga de
sacar máximo provecho a los futbolistas. Exige trabajo y goles en
la punta; creatividad, firmeza y velocidad en la zona ancha;
contundencia y solvencia en el juego aéreo en la zaga; la portería
la confía a Carlos Roa.
Pero cuando el fútbol ofensivo se atasca, aparece la pizarra.
Marcelino Elena y Jovan Stankovic "una de las pequeñas sociedades
de este equipo, la otra es la de Lauren Bissan y Dani" amontona una
gran cantidad de puntos en sus botas. Los saques de esquina y las
faltas laterales siempre aportan peligro al área rival.
Y el complemento ideal es una zaga espesa y sin fisuras. El eje
no ofrece huecos y Marcelino-Siviero tienen la misión de cerrar a
los atacantes. Así, Olaizola y Soler cuentan con dos flancos
abiertos para incorporarse con frecuencia al juego de tres cuartos.
Combinan y se convierten en dos falsos extremos. Y al perder el
balón, repliegue. Un lujo de equipo que sigue habitando en las
nubes.
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