A Carlos Moyá le ha gustado poco el rival que le ha designado el
bombo en su primer encuentro en el Abierto de Australia. Nicolas
Kiefer, actual número uno alemán, es un jugador completo y
peligroso que ya dio un aviso el año pasado plantándose en los
cuartos de final del torneo. «La verdad es que no me ha ido nada
bien, es el rival más difícil que me ha tocado en una primera
ronda», señaló un Moyá que ya sabe lo que es eliminar a un ilustre
como Boris Becker en los prolegómenos del torneo.
En cuanto al cuadro, el palmesano expresó su escepticismo al
señalar que «no lo tengo nada fácil porque hay gente muy
complicada, aunque mis sensaciones son buenas». Moyá, que se ha
recuperado tanto de un fuerte catarro como de su lesión en el
hombro, admitió no obstante su dificultad para aclimatarse a los
fuertes cambios de temperatura. «Ya estoy bien, aunque he quedado
un poco débil después de tanto antibiótico y tener durante tantos
días fiebre. Me he quedado bastante débil, pero espero que para el
lunes que viene ya esté bien». Carlos inicia en las antípodas su
asalto al gran objetivo para esta temporada: ser el número uno del
mundo. En este sentido, el mallorquín expresaba su confianza en
terminar ocupando el trono de Sampras: «Pienso que éste puede ser
el último año de Sampras; ojalá sea yo su sucesor».
El tenista mallorquín aseguró que ve con muy buenos ojos una
posible final con su amigo, Alex Corretja. «Estaría muy bien, sería
el no va más», indicó. «Hay 128 jugadores y está muy difícil,
aunque Corretja está jugando bien y yo intentaré hacerlo lo mejor
que pueda. Será difícil pero estaremos ahí, intentándolo»,
advirtió.
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