El trayecto del filial durante el primer tramo del curso ha sido
tan irregular como inusual. Ha pasado de convivir con la gloria (en
las primeras jornadas se paseó por las nubes) a sufrir por no
entrar en plazas delicadas. Después de 21ª jornadas el Mallorca B
se ha entroncado en la zona templada y se aferra a la permanencia
en el 14º escalón de la considerada séptima mejor Liga de Europa.
El arranque del equipo balear fue fulgurante y homogéneo.
Después de estrenarse de forma galáctica ante el Barça B (4-1), fue
capaz de ganar a domicilio en el complicado terreno de juego del
Albacete (0-2). Durante esas primeras fechas, el filial rojillo
compartió las primeras posiciones con un Numancia lanzado. Desde la
segunda posición, el conjunto de Linares recibía al Toledo y
emborronaba su currículum (0-1). Lejos de acusar el golpe, los
insulares se rehabilitaron y superaron al Eibar en Ipurúa (0-1).
Con la visita de un Sporting de Gijón roto (2-0), los palmesanos
regresaban a la cima.
Pero los desplazamientos consecutivos a Las Palmas y Málaga
marcaron un punto de inflexión. Dos derrotas que marcaron la
trayectoria a la baja del grupo balear. Luego llegaron las
decepciones ante el filial atlético, Rayo, Logroñés (empate),
Lleida, Numancia y Compostela. Todo derivó en la destitución de
Jesús Linares.
Con la llegada de Nando Pons el equipo reaccionó (algo lógico si
se tienen en cuenta los rivales), pero no ha sufrido grandes
alteraciones en la tabla clasificatoria. Se mueve sobre guarismos
que le aseguran placidez en la zona templada y ha cerrado la
primera vuelta con una media sonrisa en los labios.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.