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1 ESPANYOL: Toni (s/n), Cristóbal (1), Nando (1), Pochettino (1), Iván Helguera (1), Capdevila (1), Sergio (1), Nan Rivera (1) (Brnovic, min.91), Arteaga (2), Martín Posse (3), Benítez (2), (Silva, min.82).
0 MALLORCA: Roa(2), Pineda (1) (Carlos, min.68), M.Soler (0), Marcelino (0), Siviero (0), Engonga, (1), Lauren (1), Stankovic (0), Arpón (0), Biagini (1), Dani (1).
ARBITRO: Antonio Jesús López Nieto (Colegio Andaluz). Mostró tarjeta amarilla a Arteaga (min.68)
GOL: min.41: Benítez bate a Roa de disparo cruzado, 1-0.
INCIDENCIAS: Alrededor de dieciocho mil espectadores en el estadio de Montjuïc. Entre el público, unos cien seguidores mallorquinistas. Tarde muy fría y terreno de juego en malas condiciones.

TOMEU TERRASA / MIQUEL ALZAMORA
Montjuïc volvió a ejercer su embrujo. La visita del Mallorca a la montaña mágica se saldó según mandan los cánones que dicta el destino, o sea, con derrota. Si el Espanyol es un clásico en la galería de gafes del club bermellón, su estadio no lo es menos: dos visitas, dos tropiezos por un gol a cero.

Cuando en el minuto 41 de partido Benítez se resarció de un error anterior y logró batir a Roa, el equipo blanquiazul volvió a colocar al Real Mallorca ante su gran asignatura pendiente. El grupo de Cúper es tan maestro en defender resultados a favor como negado para darle la vuelta a un marcador en contra.

Era un encuentro de marcado acento argentino. Cúper y Brindisi mantenían un pulso entre dos de los técnicos más bendecidos por la crítica y Héctor Mauricio Pineda disponía de sus primeros minutos vestido de bermellón. Sin embargo, el protagonismo se lo llevó un cuarto argentino que no figuraba en el guión: Martín Posse. El delantero blanquiazul se erigió en la piedra angular sobre la que pivotó el juego de ataque local.

En el polo opuesto de su compañero se situó Benítez. El paraguayo erró a los nueve minutos una clamorosa ocasión patrocinada por Vicente Engonga, que se vio sorprendido por un mal bote del balón dejándole una oportunidad de oro al delantero espanyolista; sin embargo el disparo se fue a la grada.

El Mallorca no entendió aquello como un mensaje de advertencia. Olvidó su acostumbrada presión y dejó muchos metros a un Espanyol que tocaba y tocaba, pero que no sabía cómo superar la tupida disposición defensiva de su rival, aunque al menos lo intentaba.

El Mallorca, ni eso. Ir perdiendo volvió a dejar sin ideas ni recursos al grupo de Cúper, que ofreció otro talante en los primeros minutos del segundo tiempo pero que acabó volviendo a su estéril discurso de siempre. Un disparo muy desviado de Óscar Arpón fue todo el bagaje de un equipo que necesitaba prismáticos para ver al guardameta Toni.