Imagen captada a la llegada de la expedición del Real Mallorca al Royal Lancaster.

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FOTO: JOAN TORRES (LONDRES)
El Mallorca ya está en Londres. Cambió de isla el grupo de Cúper, llegó a la casi ineludible hora del té y no tardó en tomar acomodo en el Royal Lancaster, un hotel ubicado en el centro neurálgico de la capital del Imperio pero que sin embargo rezuma tranquilidad absoluta.

No obstante, Héctor Raúl Cúper dejó las cosas claras poco antes de tomar el avión: «Olvídense de hacer compras...». Así lo desveló uno de los capitanes "Javier Olaizola" en su encuentro ante los medios de comunicación.

El mensaje puede resultar impropio de un tipo tan lacónico como el entrenador bermellón, pero la historia parece reclamar de nuevo al Mallorca y sobran las tentaciones en forma de grandes almacenes o paseos por largas avenidas que delatan que Gran Bretaña fue abanderada del colonialismo. «Aquí "a Londres" venimos a jugar al fútbol, un partido importantísimo además», ha repetido hasta la saciedad Cúper después de finiquitar con éxito la cita de Villarreal».

Pero en esta ocasión todo ha cambiado. Los casi anónimos Heart, Genk o Varteks han desaparecido de la circulación fundamentalmente por la escasa entidad de sus plantillas y un simple principio futbolístico: los buenos equipos suelen ganar a los peores. La penúltima estación ha variado sustancialmente la decoración. El Chelsea es una nueva potencia futbolística europea y su nombre infunde un respeto absoluto. Los primeros noventa minutos de la eliminatoria "los del jueves en el futurista Stanford Bridge" será un examen durísimo para el Mallorca.