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Abril ha sido un mes trágico para el filial. Negro en la estadística, oscuro en el juego y manchado por una trayectoria descendente. El Mallorca B no ha conseguido ninguna victoria en los últimos treinta días y se acerca al precipicio de una forma alarmante. Los dígitos no engañan y el grupo de Pons ha sido incapaz de superar a Lleida (1-1), Numancia (4-1), Compostela (1-1) y Sevilla (3-1) en los último cuatro envites de Liga. El resultado: a dos puntos del descenso directo y, por primera vez durante esta temporada, en la 18ª octava plaza.

El calendario invita al optimismo, porque los rivales del conjunto bermellón (a excepción de Osasuna), no se encuentran entre la élite del fútbol de plata. Además, el filial tiene ganado el golaverage con el Barcelona B, principal rival en la lucha por eludir el descenso y recibe en la última jornada al Hércules, conjunto que puede consumar el cambio de categoría en breve.

Pero preocupa el rostro que ofrece el Mallorca B. No mejora, ha entrado en coma y su situación es más delicada a medida que avanza la competición. Nando Pons no ha mejorado los números de Jesús Linares (ante los mismos equipos sumaron idéntica puntuación) y los rivales han engordado sus dígitos con el paso de las jornadas. Preocupa la mejoría del Barça B.