Enemigo de las estridencias y de las ínfulas, Héctor Raúl Cúper
siempre se sintió incómodo ante un puñado de micrófonos. Nunca lo
dijo, pero tampoco nunca pudo ocultar su desinterés manifiesto por
alimentar con órdagos al uso la demanda mediática. Por tentadora
que fuera la propuesta y por ventajas que le concediera el entorno.
Lacónico y metódico, siempre dijo que no concebía una doble
personalidad y cargó de razón a Maturana: «Uno juega como lo que
es». De verbo previsible, su pacto con un código no redactado y
concepción del grupo le obligó a transformar la respuesta más
esperada en un secreto a voces.
El vanagloriado Cúper no seguirá en el banquillo de madera del
Mallorca. Así lo reconoció en presencia del propietario Asensio y
un enjambre de periodistas que incluso en el día de la confesión
encontraron regates y más regates. El técnico balear hasta el 30-J
volvió a quedarse a medias, un gesto atribuible a su obsesión por
despojar a su equipo de cualquier argumento para la discordia o la
distracción, pero que salpica de forma inevitable la hoja de
servicios de un tipo al que nadie había sido capaz de encontrar
defecto alguno. Pero nadie es perfecto.
Valencia espera al técnico argentino. ¿Quién duda a estas
alturas que desempañará su profesión en la capital del Turia?. Pero
Cúper no ha variado un solo párrafo de su manual. El club le ha
forzado a desvelar algo que siempre quiso guardarse, pero no ha
transigido. El mejor entrenador que ha trabajado en el Sitjar
pronto formará parte del pasado. La plantilla escuchó su adiós
através de las ondas, una muestra más de la incapacidad de Cúper de
traicionar el mismo código que le ha convertido en uno de los
técnicos más codiciados del mercado.
Héctor Raúl Cúper cerrará la puerta dejando un legado sin cabida
en los sueños más rojos. Una herencia que ha inscrito el nombre del
Real Mallorca en una de las nóminas más selectas del fútbol
continental. Cúper se va y con ello deja una extraña sensación que
infunde miedo al futuro más inmediato. Los éxitos del argentino
dibujan un inevitable punto de inflexión. Los resultados han
convertido a Cúper en el estandarse de cada victoria mallorquinista
y nadie se atreve a discutir que habrá un antes y un después de
Cúper. Ni los ambiciosos mensajes de Asensio parece tranquilizar a
una hinchada que nunca se cansó de gritar aquello de Cúper no te
vayas, Cúper quedate y que no acaba de concebir un Mallorca ganador
sin el entrenador que vino del Atlético Lanús en la banda. Pese a
la conocida facilidad del fútbol para perder memoria, Cúper parece
ser la excepción que confirme la regla. Posiblemente dejará al
Mallorca en la Champions League, ante lo metió en la final de la
última Recopa de Europa y con anterioridad acarició la gloria en
Mestalla. Cúper se va. ¿Y ahora qué?.
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