El filial busca un punto para sobrevivir, para seguir subsistiendo
en una categoría que ha estrenado sin excesivo brillo. Sumar
prevalece sobre el resto de funciones, porque ante el Hércules poco
importa el juego, la entrada que registre el Lluís Sitjar, los
dibujos tácticos de Nando Pons, las tarjetas que acumulen Braña y
Potenzoni e incluso que se raye la mediocridad. El fin, en este
caso, justifica los medios y el Mallorca B debe luchar contra los
elementos para repetir curso (19.00 horas).
La cantinela que acompaña al Mallorca B durante este último
tramo de competición ha llegado a aburrir a su entorno. Dicen los
que siguen al filial que está «practicamente» salvado, pero ese
discurso se inició hace un par de meses y el grupo balear sigue sin
renovar su pasaporte. Así, los nervios afloran y nadie tiene claro
que el futuro del segundo equipo rojillo esté ligado a Segunda
División. Basta un punto o incluso una derrota, porque en tal caso
el filial se aferraría al transistor. Barcelona B, Eibar, Leganés y
Logroñés también participan en el baile de fin de curso y todos
quieren la mejor pareja. Un tropiezo de catalanes o vascos
habilitaría de forma directa a los mallorquines.
Pons cuenta con un buen puñado de alternativas para formar el
once. Recuperados Àlvaro Novo y Mauro Potenzoni (no jugaron en
Pamplona por sanción) y con la presencia de Albert Luque, el
preparador mallorquinista puede confeccionar su mejor alineación
titular. El choque es tan importante para los bermellones, que
incluso han modificado algunos hábitos durante la semana: Luque y
Leo Franco se han ejercitado con el filial e incluso el Mallorca B
pudo entrenar durante un par de horas en el escenario del choque.
Un lujo.
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